“Renuncia silenciosa”, tendencia mundial ante el agotamiento laboral
Trabajadores anteponen su salud mental y vida personal frente al trabajo
Aurora Contreras/Especial
La realidad del mundo laboral dista mucho de aquello que idealizan los trabajadores cuando apenas inician su carrera. En un principio se anhela un espacio amigable, tareas fáciles o posibles de hacer, buen trato y un salario que les permita ser autosuficientes y con el tiempo escalar lo más alto posible; pero el escenario con el que se han encontrado es totalmente diferente: jefes detestables, horarios más allá de la jornada pactada, desmotivación, trabajo bajo presión sin ningún reconocimiento y acoso laboral, lo que poco a poco provoca que el empleado no se sienta a gusto ahí, pero por necesidad económica tiene que continuar. Esta situación es cada vez más común y se le ha denominado “renuncia silenciosa” (Quiet Quitting, en inglés), lo que significa que el trabajador continúa sus labores pero haciendo lo mínimo indispensable solicitado para permanecer en la empresa ya que sus intentos por hacer más y mejor las cosas, son frustrados por los superiores o las propias reglas de la empresa.
“El problema se centra en la satisfacción laboral. Las personas idealizan el puesto y al ser contratados y conocer la realidad se sienten frustrados, limitados y aunque quieran hacer sus sueños laborales una realidad, las empresas no lo permiten”, explicó Sandra Calva, especialista en comunicación organizacional.
Explicó que la generación Z, conformada por personas que nacieron entre 1993 y 2001, presenta con mayor frecuencia este tipo de actitudes.
“Son una generación rebelde que no está dispuesta a someterse como tal vez nuestras generaciones sí lo hicieron por cultura, miedo a quedarse desempleadas o por falta de opciones para mirar a otro lado. A muchos les está funcionando trabajar en modo renuncia silenciosa, pero esto no será eterno ni para ellos, ni para las empresas, alguno de los dos va a reventar antes”, comentó la especialista en entrevista para RS Sindical.
La cultura del agotamiento por trabajo originó todo este movimiento ya que las personas sienten que trabajan por algo que no se les reconoce en lo económico y tampoco en lo profesional, menos aún en lo humano o social.
Ante la imposibilidad de abandonar el trabajo, tanto por las condiciones de contrato y a también por el tema económico, los empleados optan por cumplir con lo solicitado y avalado en los acuerdos laborales para que no sean causales de despidos, y llevar así una rutina diaria sana, mental y física, anteponiendo su vida personal al trabajo, sin angustia, preocupación o temor.
“La línea entre no cumplir con el trabajo y llevar una renuncia silenciosa es delgada, pero quién se dispone a ponerla en marcha cumple con todo lo que debe, que no es lo mismo que aquello le pidan extra, y se despoja del estrés laboral que desde el confinamiento por la pandemia de Covid19, destruyó la paz mental de muchos. Los trabajadores deben tener claro que acceder y decir que sí a todo lo que se les pide en el trabajo para destacar u obtener un ascenso puede llevarlos a un agotamiento mental y estrés laboral con serias consecuencias en la salud”, añadió.
Quienes ejercen la renuncia silenciosa no son flojos ni le están robando a las empresas, aclaró la especialista, simplemente hacen lo que les piden y que está su contrato. Los proactivos, creativos y gente con ‘la camiseta puesta’ ante todo, dejan de existir en esta modalidad ante la falta de motivación y reconocimiento a lo que hacen.
“Eso debe alertar a las empresas sobre el papel que juegan los jefes al llevar al trabajador a ese estrés que en la mayoría de los casos es innecesario y sin compensación alguna. También las áreas de Recursos Humanos deben asumir la responsabilidad de explicar bien las tareas que se realizarán, garantizar un ambiente sano y detectar desde un inicio cuando el aspirante está idealizando el trabajo para que sepa realmente lo que será. Ojalá todo sea siempre en términos positivos”, comentó.
La consultora internacional Gallup reveló en un estudio que las personas están cada vez menos comprometidas con su trabajo y en todo el mundo uno de cada 5 trabajadores tienen en mente dejar su empleo este año ante el hartazgo de las condiciones laborales. La desmotivación de los empleados en sus puestos alcanza el 70 por ciento, cifra alarmante ya que el grueso de la fuerza laboral se ubica en la generación Z y en los millenials, en quienes estará de lleno en pocos años la responsabilidad productiva del mundo.
El tema ha sido tendencia en redes sociales con el hashtag #quietquitting que inconformes con sus trabajos han compartido junto con experiencias en cuanto a las condiciones laborales en las que se desempeñan que van desde jornadas semanales laborales de 60 y hasta 70 horas, constantes, innecesarias y largas juntas, cero incentivos económicos como aumentos o bonos, entre otras situaciones.
Trabajadores chinos se rebelan “acostados boca arriba”: Tang Ping
El hartazgo por las condiciones laborales ocurre en todo el mundo y fue en 2021 cuando China se puso en el mapa del tema con el inicio del movimiento social Tang Ping que significa “acostarse boca arriba” frente a la explotación laboral.
Aún con la pandemia por Covid19 latente, la dinámica de trabajo fue en ascenso tanto por las bajas de personal debido a la enfermedad, pero también por el sentido de competencia que inculcan culturalmente y dentro de las empresas, por lo que los trabajadores siempre quieren ser mejores que sus compañeros y simplemente no paran de trabajar.
Los trabajadores manifestaron sentirse agotados y solo querer “acostarse boca arriba” para desconectarse de lo laboral, de ahí surgió el término que también fue tendencia en redes sociales en su momento con mensajes, principalmente de jóvenes, que expresaban su deseo de no volver al ritmo que había antes de la pandemia sino ahora uno más lento para disfrutar su vida personal y no solo dedicarse al trabajo. Cabe destacar que el gobierno Chino censuró gran parte de mensajes y foros en los que se habló del tema.
En la cultura china los jóvenes tienen la presión de que entre los 20 y 30 años deben ser propietarios de una casa y tener un hijo, lo cual implica el sometimiento a jornadas laborales para generar los ingresos necesarios para cumplir con el valor mandatado.
En dicho país existió por varios años el programa laboral “996”, que consistía en trabajar de 9 de la mañana a las 9 de la noche, seis días a la semana. El año pasado, el Ministerio del Trabajo y el máximo tribunal determinaron que esa medida era ilegal y dejó de ser obligatoria, pero no desapareció y muchas empresas la mantienen y para algunos grupos sociales es la fuente del éxito.
Investigadores chinos como Lauren Johnston del Instituto de China de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres dijo a la BBC que las causas del Tang Ping son la procedencia de los trabajadores, en su mayoría migrantes de zonas rurales en donde el ritmo de vida es mucho más lento y al incorporarse a las dinámicas citadinas revientan, otra es la realidad económica y el alto costo de las propiedades que para lograr adquirir una, como lo indican las tradiciones, deben trabajar más allá de los humanamente posible.
Límites en el trabajo, la solución para todos
Para evitar la renuncia silenciosa y encontrar lo atractivo, motivante (pese a los demás) y productivo al trabajo, la solución es poner límites.
Sandra Calva refirió que la Norma Oficial Mexicana 035 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social contempla la obligación del patrón a respetar el tiempo familiar del empleado, lo cual requeriría la desconexión total de éste tras concluir su jornada laboral.
“Para cumplir con la norma las empresas deben dar el primer paso, de inicio con la comunicación vía redes, especialmente Whatsapp, el cual debe ‘cerrarse’ una vez concluída la jornada laboral, tanto entre semana como los fines de semana”, dijo.
Solo en casos de fuerza mayor como de salud o accidentes la vía de comunicación podría utilizarse, aunque no es indispensable y todo puede esperar hasta que inicie el horario laboral, comentó.
Los trabajadores no deben enlazar ni sus números de oficina, ni correos electrónicos a los propios, para que no haya notificaciones de mensajes en horarios fuera del trabajo. Para quienes tengan teléfono celular de la empresa, recomienda utilizarlo solo en días y horas de trabajo, saliendo, también ese se deberá apagar a menos que por contrato se haya aceptado ‘estar localizable’ todo el tiempo.
La especialista refirió que los límites para evitar el abuso laboral los debe poner el propio trabajador hacia él mismo, ya que las empresas y los jefes no van a cambiar.
Recomendó por ello, organizar bien el tiempo de la jornada laboral para concluir con las actividades, jerarquizar los pendientes conforme a la prioridad de resolución y las que sea posible realizarlas al siguiente día deberá anotarlas para que al llegar inicie con ello y concluya.
Para quienes hacen homeoffice, primero deberán informarse de las nuevas disposiciones del gobierno en torno al tema para cumplir la parte que le corresponde, pero también, sugiere elegir un sitio específico para trabajar, alejado de las zonas de convivencia y relajación familiar por lo que tendrá que descartar cama o sala.
Nedra Glover, en su libro “Cuestión de límites”, de editorial Diana, sugiere identificar las áreas del trabajo en donde se requiere implementar límites, empezar centrándose en lo que se debe hacer exclusivamente en el puesto asignado (nada de apoyar otras áreas), no sentir culpa de poner “altos”, ser coherente con ellos, no dejar pasar los problemas o asumir culpas que no corresponden para supuestamente evitar problemas, sino encararlos de la mejor manera y continuar; hablar con el jefe en sentido positivo y no a partir de reclamos ofreciendo alternativas para ser más eficiente en el tiempo asignado a la jornada laboral.
Como argumento ante el jefe propone decir: “para mí es importante poder desconectar cuando acabó la jornada para así estar completamente concentrada cuando la retomo. Me gustaría restringir mi trabajo a estos horarios”. Y cierra con el llamado a superar el miedo a la perfección en el trabajo, sino buscar hacer las cosas con el mejor y mayor esfuerzo esperando un buen resultado.
Al respecto, la especialista Calva sugirió evaluar la pertinencia de adoptar la renuncia silenciosa y en su lugar buscar alternativas de empleo en donde la persona realmente se sienta bien, realizado y con posibilidades de avance profesional.
“Los trabajadores tienen el derecho de encontrar el sitio en donde se sientan felices de desempeñar sus labores y que por ello reciban un sueldo digno que los motive a hacer mejor las cosas y al final todos ganen, tanto el trabajador como la empresa”, concluyó.
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