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Zamarrear la mata o sucumbir en el intento

Zamarrear la mata o sucumbir en el intento

Zamarrear la mata
Por Arturo E Abreu Ayala
Titular de la Unidad de Inteligencia Patrimonial y Económica de Tabasco (UIPE)

¿Por donde zamarrear la mata cuando en nuestro día a día nos encontramos salpicados por todos lados de vicios y prácticas deshonestas, ya sea en el uso de dinero, manejo de activos, trato entre personas y el ejercicio del poder?

Hace un tiempo me encontré con una clasificación de los tipos de corrupción que me pareció lo más cercana a ser su mejor definición, la transcribo a continuación:

DINERO: Soborno, propina, evasión, malversación, fraude, latrocinio, extorsión, chantaje y lavado de dinero

ACTIVOS: Apropiación indebida, robo, especulación, fraude, ocultamiento y declaraciones erróneas

PERSONAS: Trabajo forzado, discriminación, acoso, abuso, nepotismo, amiguismo, ineptitud, conflictos de interés, plagio y fijación de precios

PODER: Prácticas depredadoras, prepotencia, impunidad, obstrucción de la justicia, omisión, intimidación, tráfico de influencias, acumulación, enriquecimiento Ilícito y derroche

Cuatro tipos de corrupción con sus subtipos que bien podrían dividirse en muchos, muchos más, terminan siendo hoy el mayor obstáculo de México, sus gobiernos, sus instituciones, sus empresas, resistencia a la que nos enfrentamos a diario cada uno de los ciudadanos.

México a pesar de haber sacudido la mata de la corrupción durante los últimos 3 años con un gobierno de izquierda que llegó a transformar y revolucionar conciencias como no se había hecho en los últimos 50 años, hoy sigue cargando con el lastre heredado de vicios y prácticas corruptas del periodo neoliberal. Una carga que llevamos a cuestas como pípila que nos obliga a buscar soluciones eficaces que combatan la corrupción en todas las esferas sociales, políticas, empresariales y de gobierno, tanto de forma vertical como horizontal, de un lado al otro, de arriba a abajo como de abajo a arriba y es precisamente abajo, en el primer nivel de gobierno, el municipio, donde debemos buscar zamarrear las ramas de tal forma e intensidad que el árbol mude sus podridas hojas, deseche sus frutos corruptos, se transforme, evolucione y florezca renacido, es lo que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México llama: Transformación y Revolución de Conciencias.

De ahí la importancia de voltear a ver hacia lo local, e iniciar una cruzada anticorrupción de abajo hacia arriba, desde la primer puerta que tiene que tocar en su quehacer diario el ciudadano como usted y como yo: El Ayuntamiento.

Hoy en los Ayuntamientos a lo mucho existe un Código de Ética -si bien les va- que termina por no llevarse a cabo, incluso, me atrevería a afirmar que la mayoría de sus funcionarios ni siquiera lo ha leído, ya ni pensar en que lo pongan en práctica.

Resulta de imperante necesidad podar los vicios y viejas prácticas de mal gobierno en los Ayuntamientos en cuanto a corrupción se refiere. ¿De qué nos sirve desmorrar el árbol de arriba si la raíz, las ramas y las hojas están podridas?

Así surge la propuesta de empezar a cerrar la pinza y combatir la corrupción a ras de tierra, a ras de piso, desde el nivel más bajo de gobierno, el Ayuntamiento, mediante un Plan Municipal Anticorrupción que blinde al Plan Municipal de Desarrollo. No puede haber desarrollo si hay corrupción.

Un Plan Municipal Anticorrupción que vea y cree los instrumentos necesarios para combatir la corrupción desde lo local, de abajo hacia arriba.

Debemos partir de la creación de Sistemas Municipales Anticorrupción conceptualizados desde el mismísimo Plan Municipal de Desarrollo. Darle certeza jurídica y formalidad al combate a la corrupción es primordial para que sea tomado con absoluta seriedad. En el combate a la corrupción no hay espacio para vacilaciones.

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Conformar un equipo multidisciplinario de ciudadanos apartidistas comprometidos con la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, erigidos en contralores sociales y empoderados con la fuerza comunitaria, harán valer su voz y no permitirán que las hojas del árbol se sigan corrompiendo.

Un Sistema Municipal Anticorrupción que actúe y cuente con herramientas para prevenir, señalar, detectar y sancionar responsabilidades administrativas y hechos de corrupción, así como el contar con autonomía y atribuciones para fiscalizar recursos públicos. ¿Imposible? No.

Un Cabildo con voluntad política para combatir la corrupción, que no le tema a firmar convenios de intercambio de información con instituciones como la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) así como con las Unidades de Inteligencia Patrimonial y Económicas de sus estados (UIPES) que permita blindar a los Ayuntamientos de actos de corrupción. El que nada debe, nada teme. ¿Temor a la supervisión permanente? No debería haber.

Un Alcalde que no esté ocupado y preocupado más en cómo recuperar lo invertido en campaña o cómo pagarle al triple o más de su valor el empeño del proveedor que como vil usurero le prestó para llegar, que en cumplirle al ciudadano que votó por él, ya ni qué pensar sobre el desarrollo de su municipio. “Quien paga para llegar, llega para robar”, que nunca se nos olvide.

De 2 mil 469 municipios que hay en México, el 90 por ciento no cuenta con un Plan Anticorrupción. Si no volteamos a ver hacia abajo y nos ocupamos, ¿podremos decir algún día que hemos logrado ganarle espacio a vicios y prácticas deshonestas donde hoy, a 3 años de Gobierno con un combate anticorrupción sin precedentes, nuestro día a día sigue secuestrado por la corrupción?

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