Tabasco, entre dos gobernantes
Por: Kristian Antonio Cerino
Resulta difícil para el aún gobernador Carlos Manuel Merino Campos, el saber que coincidirá en otras giras y actos públicos con Javier May Rodríguez, su sucesor a partir de 1 de octubre próximo.
Si bordeamos sus últimas declaraciones, es evidente que a Merino Campos le será incómodo caminar, o en su caso, presidir asambleas y reuniones al lado del gobernador electo, luego de cómo se dio el pasado proceso electoral.
Por esta razón, es pertinente recordar que el actual gobierno respaldó a todo candidato emanado de su grupo, aquel que aún lidera el ex secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, y que buscó, ante todo, minar la llegada de May Rodríguez al gobierno estatal.
El aún mandatario está obligado, y más si en el plano nacional vemos la camaradería por giras compartidas entre el presidente López Obrador y la electa Claudia Sheinbaum, a repetir un patrón en aras de enviar un mensaje de unidad. Sin embargo, lo único que marcaría la diferencia entre un gobierno saliente y otro entrante, en el caso tabasqueño, es el que pertenecen a grupos antagónicos, y con discursos y métodos que van en direcciones opuestas.
Por ello, es necesario recordar que la campaña de Javier May Rodríguez, como candidato morenista, fue territorial, y precisamente en estos territorios construyó su discurso en torno a dos categorías: Abandono y Exclusión, en referencia franca al sexenio perdido en Tabasco, al periodo entre 2018 y 2024, gobernado en dos trienios: uno por Adán Augusto López Hernández y otro por Merino Campos.
“Que nunca más nos sintamos excluidos” y “que no regrese el abandono a los pueblos”, lo afirmó el próximo gobernador en varias ocasiones. Está demás reiterar las ocasiones en que May Rodríguez dialogó con los habitantes de esos pueblos abandonados y excluidos por este gobierno que está por partir.
A menos de tres meses de que concluya la presente administración estatal, hemos visto al gobernador constitucional acompañado del gobernador electo, donde el primero resalta la buena relación y la gran disposición, con el segundo, en esta etapa de la transición gubernamental; por lo que no descarta seguir invitando -a sus giras- al próximo jefe del Ejecutivo.
No obstante, May Rodríguez -y apelando a la cordialidad y prudencia- ha atendido las invitaciones de Merino Campos. Hasta el momento, esto también es parte de los acercamientos entre la administración saliente y la entrante en los meses dedicados a llevar a cabo el cambio de gobierno: “es una transición sin contratiempos, vamos bien, la información va fluyendo (y) estamos armando la agenda juntos”.
Los cercanos a May Rodríguez cuentan que su única preocupación es recibir toda la información y solventada, así como la realidad misma de cómo se le entrega la administración. De hecho, desde el anuncio del gabinete, sus próximos secretarios ya están en las oficinas, de cada titular, afrontando la entrega-recepción.
El propósito es que May esté tan cerca de los que salen, comenzando por la cabeza visible, porque sabemos de sobra que hay una cabeza oculta y que estará en el Senado.
Es más, durante la campaña a May le preocupaba el que nadie se quedara “atrás” ni nadie se quedara “afuera”, que no regresaran “quienes le hicieron tanto daño al pueblo”, y que la atención “de los más pobres, los estudiantes, campesinos, indígenas y mujeres”, fuera inmediata.
Lo anterior es una prueba de que el gobierno de May no comenzará en octubre. Desde el momento en que ya pisa la cancha, en la zona de la transición, es porque ya lo está haciendo. Ahora, el capitán Merino tendrá que resistir los tiempos extras y sonreír en cada acto público mientras oye los aplausos para el entrante y el repudio para el saliente.