Marca con estructura pagada
Por: Mario Gómez y González
Una marca política es la combinación de las características esenciales de un candidato o partido político que lo hacen singular, sus valores, sus formas de actuar, la oratoria política, su gestión, y todo aquello que permite diferenciarse de los demás competidores.
Estudiosos de marketing político-partidista, coinciden en señalar que construir una marca a través del branding político tarda años salvo contadas excepciones, destruirla, muy poco tiempo.
La primera premisa que tiene que tener una marca es el sello distintivo que permite reconocer un partido entre otras organizaciones dedicadas a la vida política; a sabiendas de que, no es lo mismo una marca política, que un producto político.
Luego entonces, en el argot de los partidos políticos y ya para irnos adentrando en nuestro tema, una marca es un nombre, término, señal, símbolo o diseño, o una combinación de todos ellos, que busca identificarse y diferenciarse de los de sus competidores (otros partidos o institutos políticos). Todo signo visible que se distinga de otros de su misma especie o clase en el escenario político electoral.
Sin más ni más, Morena-el partido oficial del gobierno presidencial y de aquí de Tabasco también- es una marca, pero con estructura pagada; como tal (como instituto político), respira, se mueve y vive, en concordancia con quien le da y dio vida; el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin AMLO, su ausencia en las boletas electorales, Morena no sirve; no ata ni desata; no es factor real de poder.
Esto mismo pasa en Tabasco; Morena, como partido no sirve en la entidad y mucho menos en los municipios del territorio choco; no se ve, que el gobierno estatal camine de la mano con el partido, y ni que el instituto político vinotinto, vea al gobierno como su más fuerte soporte.
En estos años de administración estatal, Morena, el gobierno estatal y el de los 17 municipios, han caminado con rumbos distintos; por andamiajes diferentes, por caminos totalmente opuestos; no se identifican entre ellos; cada quien, por su lado, pero eso sí, se zancadillean los unos con el otro y el otro con los unos, sin misericordia, como si fueran rivales y enemigos.
En este proceso interno para dar a conocer los nombres de los candidatos al proceso estatal (alcaldes y diputados locales-también a los abanderados a las diputaciones federales) y cuyos resultados oficiales serán hasta el mes de marzo, la característica principal es que nadie-absolutamente nadie-cree en él; nadie confía en él; nadie está seguro de él.
Aderécelo usted y lo ponemos como prueba fehaciente e inobjetable que, hasta el momento, ha habido cero llamados a la unidad y la concordia; ni del gobernador Carlos Manuel Merino Campos, ni del dirigente estatal, Joaquín Baños y muchísimo menos de todas y cada una de las dirigencias municipales.
No hay, no existe una verdadera operación política en los municipios; dando la impresión que “ya se repartieron todo”; nadie propone-por lo menos-la unidad, olvidándose de que, lo que hoy patean, les va a ser muchísima falta dentro de tres años.
Hay un silencio completo en Morena, lo que también explica el concepto de que el partido es más bien una marca con estructura pagada por el gobierno estatal; sin embargo, surge la interrogante; ¿les servirá este mismo esquema para el año 2027?, porque, de verdad, repetimos, todos se sienten engañados. Estará muy cabrón.
Jaque Mate** Lastimados, dolidos y engañados se sienten los que ingenuamente se dejaron dar atole con el dedo, con este disque proceso que no es para nada serio y confiable** ahora solo les resta aguantar vara** el llanto y el rechinar de dientes** fue todo por hoy** hasta mañana Dios mediante.