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Legado Juarista en Nuestra Educación

Legado Juarista en Nuestra Educación

Legado Juarista en Nuestra Educación

La semana pasada el país entero celebró el natalicio de Don Benito Pablo Juárez García; con un día de asueto, jornadas y festejos cívicos, universitarios y deportivos. Todo en honor al Benemérito de las Américas. Pero es importante reconocer también, al menos para mi, su más grande obra. Un legado atemporal y adimensional que sustenta el Artículo 3ro de la Constitución: El Derecho a la Educación. Para la conformación de nuestra patria La Instrucción ha sido fundamental desde la lucha por su soberanía en el siglo XIX, marcada por conflictos internos e invasiones extranjeras. En 1790 se realizó el primer Censo de la Nueva España, contabilizando cercan de 5 millones de personas; y en 1810, al iniciar la lucha por La Independencia, éramos poco más de 6 millones; la población actual de Guanajuato. Casi todos analfabetos, solo unos miles sabían leer y escribir, ya que la educación era privada y religiosa; monopolizada por el clero, desde la elemental hasta la superior. Se reservaba a los blancos nacidos en Europa o América; quienes gobernaban, dirigían el clero y poseían los medios de producción. En cuanto a los indios, mestizos y negros, no importaba si tenían o no educación, pues en las tareas de servidumbre o del campo no la requerían.

Consumada la Independencia en 1821 con Iturbide, de los casi 5 millones de adultos, sólo 30 mil eran letrados. Más del 99% de la población del nuevo estado era analfabeta. En 1824 se promulga el Acta Constitutiva Mexicana y comienza la reconstrucción de un país que había luchado por la libertad, la igualdad, la justicia y la educación, pero no podían concretarse entre las ruinas. En 1858 Benito Juárez llega a la presidencia, encontrando un país en quiebra, endeudado y hundido en el analfabetismo, solo 1 de cada 20 mexicanos sabía leer y escribir (5%). Para 1860, el país tenía ya casi 9 millones de habitantes, pero con la guerra civil y las invasiones extranjeras la población mermó a 8 millones. A pesar de expulsar a los invasores y resistir la imposición de Maximiliano como emperador, el país seguía en la pobreza y bancarrota. Así, Juárez decreta las Leyes de Reforma, enfrentando al clero más voraz, avaro e intolerante, pues poseía 2 de cada 3 tierras cultivables, el monopolio de la educación, la religión, el registro civil y el sector salud. En 1861 decreta la Ley de Instrucción Pública y crea la Secretaría de Instrucción Pública, la SEP hoy. Toda la educación se transforma, sería laica y regida por el gobierno, creando escuelas para niños y niñas. Adelantado a su tiempo, Juárez promulga y expande la educación gratuita y obligatoria. Se crean los Institutos y las Escuelas Nacionales, preámbulo de las Normales y las Universidades Públicas; como el Instituto Juárez, cuna de nuestra UJAT; que nace en 1879 con una donación presidencial de 52,000 pesos al gobernador Dr. Simón Sarlat Nova, y al Primer Director Lic. Manuel Sánchez Mármol, procedente de los bienes nacionalizados.

Pero Juárez no limita su visión, y en 1869 crea la Academia Nacional de Ciencias y Literatura, dando origen a nuestros prestigiados órganos científicos actuales: la Academia Mexicana de Ciencias, el CONACYT y el Sistema Nacional de investigadores, conformado por una escasa pero selecta constelación de lumbreras, que a pesar de la ignominia y el abandono presupuestario recurrente, seguimos posicionando a nuestro país en el podio internacional. Juárez trascendió su condición y origen a través del estudio. Creyó en la superación de las personas y el desarrollo de una nación a través de una educación científica, laica y gratuita; sin distinción de ideas, sexos o credos. Concibió el progreso científico como la única forma de vencer la ignorancia, los dogmas, los fanatismos y prejuicios, anhelando ver cristalizada algún día la todavía distante convivencia armónica, tolerante y fraterna entre los mexicanos. Celebremos pues cada día, con nuestro mejor esfuerzo; la educación, la libertad y la igualdad que el Ilustre Patricio nos legó.

Dr. Fidel Ulín-Montejo

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Investigador Titular, UJAT

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