Playa Larga


Playa Larga está entre las diez lagunas más importantes de Jonuta. Su nombre no solo es para este cuerpo lagunar porque también así, Playa Larga, llaman a la población de unos mil habitantes. Si bien la comunidad lacustre está a unos 38 kilómetros de la cabecera municipal jonuteca, limitando con los estados de Campeche y Chiapas, su localidad más cercana es Chablé, villa del municipio tabasqueño de Emiliano Zapata.
Playa Larga está a ocho kilómetros después de Agroindustrias Oleica, procesadora de aceite crudo de palma, una empresa que genera empleos en la zona de los Ríos. Después de los estudios de bachiller, si un egresado del sistema de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) decide no continuar sus estudios, es un hecho que estará buscando un ingreso en la plantilla de Oleica o por los rumbos del Tren Maya.
A Playa Larga se llega por una carretera asfaltada dejando atrás a villa Chablé. Sin embargo, al norte de Playa Larga por donde se aprecia la gran margen de la laguna y una veintena de cayucos encallados, están otras comunidades lacustres como San Antonio, un islote cuyo nombre completo es San Antonio Los Paladines, un promontorio en el que habitan unas cuarenta personas rodeadas solo de agua dulce, peces, aves y una franja de árboles. Esta vez, conocemos a mujeres de esta comunidad aislada que deben salir a Playa Larga para hacer comercio y para que sus hijos reciban educación en la Escuela Primaria Emiliano M. Pérez. En un día sin neblina o lluvia el trayecto es de media hora a remo, pero cuando el tiempo “empeora”, la embarcación zarpa y arriba con gran demora.
A lo lejos se avista un primer cayuco, dos mujeres abordo y el remero. A su arribo, en la margen de la laguna de Playa Larga, sabremos sus nombres en el amanecer de un viernes 27 de junio de 2025. El pasto está mojado y la tierra está blanda.
Un banco de niebla y un pronóstico de nuevas lluvias, obligó a estas mujeres a atravesar la laguna grande quedando atrás su diminuta comunidad de San Antonio Los Paladines, donde sus lugareños están dedicados a la pesca de carpa y robalo.
Mientras el remero inhala y exhala después de la travesía, ellas buscan una toma de agua para lavarse pies y sandalias. María Dolores Pérez Luna -de 60 años- llegó a Playa Larga porque escuchó en la radio que hoy estará el gobernador. Necesita mejorar su vivienda. Por esta razón, se lava la cara, manos y pies. En cambio, su nuera Damaris Díaz, solo quiere un cayuco propio para ir de San Antonio a Playa Larga, canoa en la que llevará a sus hijos -sin la necesidad de pagar pasaje fluvial- a las escuelas, primaria y preescolar, de este pueblo en el que celebran a la Virgen del Carmen; su festejo religioso me hace pensar que en la mayoría de las comunidades ribereñas honran a la imagen o bulto carmelita: en Chiltepec, Paraíso, Tabasco; en Ciudad del Carmen, Campeche; entre otras localidades.
Las mujeres suben por el terraplén pasando cerca de donde unos caballos arrancan el pasto mojado. Desde este punto, unos fotógrafos y camarógrafos hacen registros, acercamientos, paneos, clips de videos, dado que el horizonte paisajístico provoca ese deseo de capturarlo todo.
Ángel Zúñiga es un pescador playense. Él, como otros tantos lugareños, solo vive de atrapar peces en la laguna. Sin embargo, cada año la pesca merma. En una cooperativa -a un costado del parque central- acopian el pescado, unos diez kilogramos por cada pescador, siempre y cuando el día sea de provecho.
En la margen de la laguna ningún cayuco tiene un nombre, como sí sucede en otras latitudes, pero cada pescador lo identifica a lo lejos y lo asegura al muelle inexistente porque solo hay varas ancladas en las que cada remero ata la piragua:
—Yo le pongo candado para que no se lo roben —dice Zúñiga, y se despide.
El pueblo de Playa Larga es pequeño. A primera vista la laguna resulta ser más grande. Pero el crecimiento urbanístico o el emprendimiento de un proyecto ecoturístico podría estar en manos de sus jóvenes, más allá de los oficios de la pesca, la agricultura o la ganadería. Leonor Gutiérrez, maestra de Pensamiento Matemático en el EMSAD, comenta que los egresados de la prepa optan por continuar sus estudios en Balancán, Emiliano Zapata y Villahermosa. Ha sabido y conocido de jóvenes que se titularon como contadores, dentistas o ingenieros. Y también de otros que se han sumado a las actividades agropecuarias y pesquera. Con cuatro años en Playa Larga y 16 años como docente, el deseo de Gutiérrez es que los 72 alumnos de este EMSAD lleguen a buen puerto y con buena mar; en este caso, con buen río.
Un poco extrañadas por la presencia del cronista, dos estudiantes de bachiller que cursan el cuarto semestre confiesan que su mayor anhelo es hacer estudios de licenciatura: Ariana del Carmen Sánchez Rosario estudiará Negocio Internacional y Euridice Ace López Enfermería, pero antes deben concluir, y con buen promedio, la preparatoria. También esperan que antes de que egresen, su prepa mejore en condiciones: que emparejen el terreno que está en la bajada al playón de la laguna y que cuenten con un techado, un deseo que igualmente comparte otro estudiante de nombre Yahel Esaú Félix Gómez.
La presencia de un gobernante o un alcalde suele activar la economía de Playa Larga. Las familias ofrecen desayunos y almuerzos, como lo hace Josefina Pérez López, una mujer de 30 años, que se esfuerza para mejorar las condiciones de sus dos hijos varones. Esto lo dice cuando a lo lejos se escucha a Basilio Sarao Jiménez, de nueve años, quien canta “La de la mochila azul” en uno de los domos (el de la escuela primaria Emiliano M. Pérez) y quien también entonará, después, otra canción del género vernáculo.
En la medida que avanza la misma tarde, los pasajeros jonutecos retornan a sus comunidades ribereñas, vuelven en cayucos como lo han hecho María Dolores Pérez Luna y Damaris Díaz, regresando por donde sopla el viento y por donde la vida se respira mejor, aunque el tiempo se haya detenido.