Sheila Cadena: La política del Rappel.
Por Mario Gómez y González
Comúnmente cuando se habla de la banalidad o de que algo es banal, se hace referencia a lo que es insignificancia, intrascendencia, degradante, tontería, bobada, bobería, tontada y/o trivialidad.
Algo parecido está sucediendo con la actual política tabasqueña-particularmente por quienes son cabeza de instituciones públicas y-por lo tanto- tienen que sumar esfuerzo y talento, a fin de que quien los puso ahí, entreguen los mejores resultados a la sociedad en general.
Es tanta pues esta degradación, al grado de que en vez de ofrecer ideas y proyectos de políticas públicas que beneficien al mayor número de tabasqueños posible, algunos funcionarios públicos están inmerso en situaciones que poco o nada aportan, al desarrollo de la entidad y al bienestar del pueblo.
La muerte de la política como expresión se ha ido consumando lentamente. Si bien no es un fenómeno local —dado que su expresión banal y populista cruza a muchas democracias consolidadas y de alta intensidad—, en los últimos años la democracia ha ido resintiendo esta agonía de la política.
Pareciera que los tabasqueños estamos perdiendo a la verdadera política, al extraviar la capacidad de asombro con las acciones y conductas de los servidores públicos que están para ayudar al mandatario estatal y no constituirse-en sí mismos- como una carga más, verbi gracia, las estupideces que cometen, sin el menor recato.
Ven la tempestad y no se hincan; porque hacen de la banalidad una forma de que el pueblo los mire y diga que todo está bien, aun cuando el agua nos está llegando hasta el cuello, cuando en Tabasco tenemos problemas (dificultades), en escenarios de inseguridad, desempleo, pobreza, falta de oportunidades para salir adelante.
Como que los funcionarios o servidores públicos están cavando la tumba de la política o, en el mejor de los casos, transitando- o ya de plano inmersos- en la banalidad e insignificancia de lo que tiene que hacerse cada vez mejor, en vez de caminar a pasos apresurados hacia la degradación de la esfera pública.
El ejercicio de la política práctica siempre ha estado impregnado de banalización. No hay tiempos idóneos al respecto. No existe régimen que escape, cuando menos, a contar con matices de superficialidad, frivolidad y hasta cierta campechanía.
Quizá, la impronta de estas características sea inclusive necesaria para dar pie a una mínima vitalidad del ejercicio del poder y de todo lo que le antecede.
Mientras el estado de Tabasco atraviesa por severos problemas delincuenciales y económicos, a los cuales el gobernador Javier May Rodríguez, está enfrentado con entereza y de cara a la sociedad, no es políticamente correcto que haya funcionarios que se siguen dedicando a la banalidad política.
Sheila Guadalupe Cadena Nieto, quien se presume de izquierda por ósmosis, de manera frívola se exhibe en sus redes sociales, lo mismo arreglándose las uñas, que cortándose el pelo, que haciendo rappel.
Son sus redes, es cierto, pero primero debe cumplir a cabalidad con la encomienda que le concedió Javier May Rodríguez.
Si, este horno llamado Tabasco, no está para bollos, ni mucho menos para que la frivolidad y la banalidad sean la constante (manera de actuar), en personajes que tienen la obligación de ofrecer esfuerzos y soluciones que ayuden a la entidad y a los tabasqueños, a superar los actuales escenarios. Estaremos al pendiente.
Tabasqueños Exitosos** Y vaya que los paisanos siguen participando en las grandes ligas de la política nacional** Apenas hace unos días la paisana Mónica Fernández Balboa, dio posesión al también tabasqueño Mauricio Manrique Fojaco, como director de Recursos Humanos del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado** Mauricio Manrique Fojaco pertenece a una familia reconocida en la entidad, gente de bien y comprometidos con Tabasco** Buena Suerte y adelante!!!
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