Sheinbaum perfila un gabinete que garantice el legado obradorista con un buen grupo de fieles
El equipo de la presidenta electa desarrollará políticas de continuidad con este sexenio y se espera también que tienda algunos puentes rotos en materia de medio ambiente y feminismo
Por: Carmen Morán Breña
El nuevo gabinete desarrollará políticas de continuidad con el sexenio que concluye el 1 de octubre, como se ha venido anunciando en la campaña electoral, se mantendrán o elevarán las ayudas sociales y otras acciones para el Estado de Bienestar y pondrá en marcha reformas anunciadas como la judicial, que se aprobarán previsiblemente en tres meses, o la educativa que apenas comienza su andadura en las aulas. La bonanza económica que vive México tendrá que implementar medidas que contribuyan a su aprovechamiento en todo el país y garantizar la seguridad, una de las grandes asignaturas pendientes del Gobierno actual, en el que las cifras de violencia no han logrado un descenso significativo. De la nueva presidenta y su equipo se espera también la reparación de algunos puentes rotos con la sociedad civil, en ciencia, en medioambiente y en feminismo, por citar unos ejemplos.
El nuevo Gobierno encuentra un México que atraviesa una excepcional situación económica, con una moneda fuerte a pesar de los vaivenes recientes asociados al resultado electoral, inversiones extranjeras que han alcanzado un récord de 36.000 millones de dólares en 2023, las enormes remesas que envían los migrantes sobre todo de Estados Unidos, las exportaciones históricas y una promesa de empleo relacionada con la relocalización de empresas procedentes del vecino del norte. Todo ello va a requerir, sin embargo, de algunas medidas para aprovechar la ola, como la capacitación educativa o ciertas reformas industriales, así como una modernización completa del sistema sindical que permitan el mejor aprovechamiento de este escenario en todo el país. El Tratado de Libre Comercio renovado con Estados Unidos y Canadá será un motor de desarrollo si eso ocurre y quien se encargue del departamento de Economía, en el que algunos sitúan a Marcelo Ebrard, tendrá que hacer frente a todo ello.
La consolidación de las ayudas sociales plantea un reto sin precedentes. Este gobierno ha elevado las pensiones al 100% del salario que perciba el trabajador con un máximo de 17.000 pesos mensuales y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha prometido también media pensión para las mujeres mayores de 60 a 64 años. A ello hay que sumar otras ayudas sociales que se han establecido en este sexenio como las becas estudiantiles, que ahora quieren ser universales. Todo ello, a decir de los expertos, no podrá financiarse con los fondos que se han propuesto, sino que requerirán de una reforma fiscal que garantice recursos suficientes en el tiempo. La reforma fiscal, que generalmente abordan otros gobiernos de izquierdas, no ha tenido eco en el de Andrés Manuel López Obrador y es un reclamo constante de los expertos en finanzas. Aunque nada se ha dicho sobre ello en campaña, es probable que este nuevo Gobierno se vea obligado a abordar ese asunto. Algunos partidos de la oposición lo están reclamando. El gran desafío de la reforma fiscal es la inclusión de la economía informal, que representa casi la mitad del empleo en México y que está sujeta a extorsiones por parte del crimen que hurtan a las arcas públicas miles de millones. La progresividad impositiva entre los ricos y los pobres está también pendiente. El actual gobierno se conformó con la no condonación de deuda a las grandes fortunas y empresas públicas, algo que se atisba insuficiente para mantener los gastos públicos.
La reforma que sí será un hecho es la judicial, cuya aprobación se ha planteado para septiembre, cuando se configuren las Cámaras salidas de las elecciones, en las que el partido de Gobierno, Morena, y sus aliados tienen mayoría suficiente para ello. Uno de sus puntos más polémicos es la elección por voto popular de miles de jueces federales así como los integrantes del Consejo de la Judicatura, la Suprema Corte y el Tribunal Electoral. El proceso de elección y sus efectos serán materia para el nuevo Gobierno. Hay otras medidas propuestas por el presidente que podrían aprobarse en este periodo intermedio, como la reforma electoral o la eliminación de organismos autónomos como el INE, el Instituto de Transparencia, o los reguladores de la Energía, las Telecomunicaciones o de la Competencia. Buena parte de estas iniciativas requieren cambios constitucionales que solo pueden afrontarse con una mayoría calificada en las Cámaras, algo que ahora tiene el partido gobernante, que vio frenadas algunas de ellas por la Suprema Corte en anteriores intentos de aprobación. El contrapeso judicial es el que está en entredicho, según critica la oposición, y es lo que inquieta a los mercados financieros, de ahí los altibajos en la cotización del peso vividos en los últimos días, que la presidenta electa se ha esforzado por calmar manteniendo contactos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o gestoras de inversión internacionales. La permanencia de Ramírez de la O en la cartera de Hacienda responde al mismo propósito.
El reto de la violencia
La violencia es el asunto más peliagudo para cualquier gobierno mexicano de los últimos tiempos. Un promedio de 100 personas asesinadas al día ensombrece cualquier avance democrático en el país, como se ha puesto de manifiesto en las mismas elecciones presidenciales y legislativas. 10 mujeres al día son el promedio de los crímenes machistas. El país se desangra sin freno hasta el punto de que la población ha normalizado estos índices delictivos, que, por ejemplo, no han sido capaces de mover el voto en contra del Gobierno a pesar de los malos resultados que ha presentado el sexenio en esta materia. El nombre que se viene barajando para la secretaría de Seguridad es el de Omar García Harfuch, que ya desempeño idéntico cargo en el Gobierno de Ciudad de México que comandaba Sheinbaum antes de presentarse a candidata presidencial. Harfuch mejoró la estadística de la capital en algunos capítulos delictivos, así como la percepción de seguridad que muestra la ciudadanía. Descabalgado de la carrera electoral por la jefatura de Gobierno en Ciudad de México, muchos piensan que Sheinbaum contará con él en su equipo, no en vano ha sido su asesor en materia policial durante la campaña. Una sorpresa sería que un civil se encargara de la Secretaría de la Defensa, por décadas encabezada por un militar. De la seguridad en el país no dependen solo la vida de miles de personas, también el progreso económico.
La educación y la salud son dos de las políticas más acuciantes para el nuevo gobierno. El sistema educativo y el sanitario han sufrido como ninguno la pandemia del coronavirus que atropelló a medio mundo. El rezago formativo que muestra México en las comparativas mundiales se acrecentó con el parón de las aulas a comienzos del sexenio y ahora una reforma de enorme calado se ha instalado en el sistema para darle un revolcón completo. En plenos cambios, hasta tres secretarios se hicieron cargo de la Educación en el país, todos de bajo perfil y escasa presencia. El nuevo responsable de la enseñanza pública está llamado a implantar de forma definitiva una ambiciosa y moderna reforma para la que muchos dudan de que el cuerpo docente tenga todavía voluntad y preparación suficientes. En este rubro, la presidenta podría marcar una distancia con su antecesor, que no ha tenido el sistema educativo entre sus grandes prioridades, a pesar de que se ha incrementado notablemente el sueldo a los maestros.
La salud está pendiente de mejoras sustantivas, como el aumento de los recursos humanos, faltan especialistas por todo el país, y de material hospitalario, así como medicinas, que en situaciones dramáticas se enfrenta a un desabasto que desespera a las familias. La pandemia puso en jaque a un sistema que adolecía de lo básico y paralizó los compromisos de avance sanitarios.
Una de las intrigas electorales fue cuántos votos recabaría la candidata morenista de sectores que han sido muy castigados en este sexenio, tanto por la austeridad republicana, que los sometió a recortes, como por los ataques del presidente, que zahirió a la ciencia, la universidad, la cultura o el feminismo. El enorme porcentaje de voto recabado, cercano al 60%, indica que son miles los que finalmente ha puesto su confianza en la figura de Sheinbaum para restañar heridas en estos campos. La doctora, como llaman a la presidenta electa, lo es en Ingeniería Ambiental y su relación con la Academia y las ciencias ha sido siempre de mucha afinidad. También la cultura le ha acompañado siempre en su infancia y juventud. Siendo la primera mujer que alcanza el poder en México en 200 años, se espera de ella que las relaciones con el feminismo, así como las políticas para combatir los feminicidios y otras lacras del machismo, tengan en el nuevo equipo un impulso sustantivo. El medioambiente, también muy escaldado en este sexenio, con proyectos como el Tren Maya, que eludió informes y protestas de los ecologistas, podría tener una nueva deriva. Las reformas previstas hacia las energías limpias y posibles cambios en la relación con el petróleo, antaño motor económico de México, serán otra de las materias a afrontar por el nuevo gabinete morenista. Sheinbaum fue una de las expertas que participaron en el panel Intergubernamental sobre Cambio Climático que recibió un premio Nobel. Es una de sus cartas de presentación para un nuevo México que debería tener su reflejo en las políticas de sus secretarios.