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¿Una reforma electoral posible o imposible?

¿Una reforma electoral posible o imposible?

¿Una reforma electoral posible o imposible?
Prospectiva

Como lo anticipó, Andrés Manuel López Obrador envió el jueves pasado a la Cámara de Diputados su iniciativa de reforma electoral. Como se anticipaba, también, las voces de los opuestos no se han hecho esperar lo que nos lleva a suponer que, como ocurrió con la reforma eléctrica, el bloque opositor se negará a hacer su trabajo legislativo que es, primero que todo, leer el documento, analizarlo y argumentar y dialogar.

El bloque liderado por el PAN y al que siguen sin remilgo el PRI y el PRD, ya anunciaron que presentarán “su propuesta”, al igual que hicieron con la reforma eléctrica, con al menos 9 puntos aceptados, pero al final del día se pintaron de apaches y eludieron su responsabilidad frente a la nación.

La iniciativa enviada por el Ejecutivo merece su lectura y un análisis serio. De entrada, atiende un planteamiento histórico de la sociedad: revertir el alto costo de nuestra democracia, por ello se pone sobre la mesa un modelo que permitiría ahorros por más de 24 mil millones de pesos al año. Desde luego, esto es importante, pero lo es más que esta propuesta de reforma contribuya a fortalecer nuestra democracia y a dar garantía a lo avanzado desde 1977 con la reforma política que fue un parteaguas para la vida cívico-política, y en el proceso de consolidación del sistema de partidos.

El artículo 41º de nuestra Carta Magna fue reformado para establecer, entre otras cosas, prerrogativas para los partidos políticos como el acceso al financiamiento público y a los medios de comunicación. Aquella reforma incluyó un sistema mixto integrado por diputados de mayoría relativa electos en 300 distritos electorales uninominales, y 100 diputados electos por listas plurinominales distribuidos en tres circunscripciones electorales. Debido a reformas subsecuentes, el número de diputados electos por ese principio creció al doble y se aumentaron a cinco las circunscripciones en las que serían electos.

En la iniciativa actual se propone un nuevo modelo de financiamiento público que reduce sus montos y que se circunscribe a los procesos electorales y ya no al financiamiento operativo de los partidos políticos que tendrán que hacerlo con recursos otorgados por particulares y militantes con reglas que, lo sabemos, deben ser muy estrictas para evitar aportaciones ilegales.

Los 300 diputados federales y los ahora 96 senadores serán electos mediante listas. En sentido estricto transitaremos a un modelo que se contempló en 1977 pero que se desechó porque era poner en riesgo la predominancia del partido hegemónico, el PRI, y se optó por una fórmula que diera espacio a las minorías. A mi juicio, no es correcto el señalamiento de que el modelo propuesto beneficie a los partidos mayoritarios, al contrario, está otorgando oxígeno a la chiquillada para que sobrevivan. El modelo propuesto ya opera, y con mucho éxito, en países como España, Reino Unido e Italia.

Es posible que esa fórmula permita transitar en el futuro a la implementación de un modelo parlamentario. De entrada, habrá que ver en la ley secundaria cuáles serán las reglas para celebrar alianzas o coaliciones. Lo que se anticipa es que los partidos deberán tener una actividad más intensa para convencer a la ciudadanía con planes y programas más efectivos más cercanos a los problemas de la sociedad.

Asimismo, construir listas de candidatos que sean atractivos para la ciudadanía y con una propuesta de equidad de género que cierra el paso a las llamadas “juanitas”. Una mujer tendrá como suplente a otra mujer. Tema pendiente es cómo se regulará el “chapulineo”. Siempre he considerado que, si un legislador transita a otro partido o se declara independiente, está traicionando al votante que sufragó por un partido-candidato, por ello, en su caso, ese cargo lo deberá asumir el o la suplente que integra la fórmula propuesta al electorado.

Se incorpora el voto electrónico lo que es un avance muy importante que pondrá a los procesos electorales mexicanos a tiempo con las más modernas democracias mundiales. En donde si tengo serías dudas es en la propuesta de que los consejeros electorales, siete en lugar de los once actuales, se haga mediante sufragio universal. Es un mecanismo complejo que, de inicio, no creo que garantice la neutralidad perseguida. Lo que se debe sí garantizar es la autonomía del órgano electoral y la plena capacidad de sus operadores, lo mismo en el Poder Judicial Electoral.

De igual manera consideró que centralización de los procesos electorales en el INEC puede ser adecuado si se le otorgan recursos suficientes para cumplir con las tareas que hoy están bajo la jurisdicción de las llamadas OPLES. La propuesta tiene lógica, al desaparecer los distritos electorales.

Cierro diciendo que se exceden los que hablan de la desaparición del INE que seguirá utilizando el mismo nombre con un nuevo apellido, de Consulta, debido a que vigilará las consultas populares, entre ellas, la revocación de mandato que requerirá ahora de menos firmas para su realización. La iniciativa obliga a una lectura seria. Ojalá los opuestos al régimen hagan un esfuerzo para estar a la altura de esta nueva oportunidad. Segunda llamada, segunda. El pueblo tiene buena memoria.

Emmanuel Macron, cinco años más

Emmanuel Macron obtuvo un triunfo claro en la segunda vuelta electoral en Francia celebrada el domingo antepasado. Por segunda ocasión ha vencido a la candidata de la extrema derecha, Marine Le Pen, que por tercera ocasión fracasa en su propósito de convertirse en presidente de esa nación. Las frías cifras señalan que el ganador obtuvo el 58.54% de los votos emitidos (18´779,641), en tanto que su oponente logró el 41.46% de los sufragios (13´297,760).

¿Por qué este resultado no deja tranquilo a Macron? ¿Por qué esta derrota tiene un sabor agridulce para la candidata de la derecha extrema? Emmanuel Macron sabe que su victoria no puede tener una lectura triunfalista. En cinco años, su opositora logró escalar del 30% de los votos en la segunda vuelta a este 41.46%, lo que evidencia un avance significativo para esta formación política que crece y acumula adeptos impensables cinco años atrás: los jóvenes, que manifestaron su rechazo al estilo personal de gobernar del reelecto mandatario, al que también le debe preocupar el alto índice de abstención que pone en evidencia el malestar de un segmento importante de la ciudadanía que decidió quedarse en casa el domingo antepasado.

Para la señora Le Pen, si bien la derrota es dura y amarga, el resultado pone en evidencia que la derecha radical que ella y su partido representan ha tomado carta de naturalización; consistencia que se muestra en un crecimiento de más del 10% de votos desde el 2017 a la fecha. ¿Por qué este avance no es suficiente? “La derrota es canija”, me decía mi padre. Sin dejar de reconocer los avances, al interior del partido Reagrupamiento Nacional preocupa que el mayor apoyo electoral de los últimos años no se haya traducido en poder institucional. Algunas voces expresan de manera abierta si el problema es su líder.

Un fantasma recorre Europa, el fantasma de la extrema derecha

Parafraseando a Federico Engels y a Carlos Marx (El Manifiesto del Partido Comunista. 1848), que señalaban entonces que un fantasma recorría Europa, el fantasma de comunismo, y que “contra ese fantasma se han conjurado en una santa jauría, todas las potencias de la vieja Europa”, hay que señalar que hoy, ese fantasma que recorre Europa se llama ultraderecha, cuyo avance indiscutible obliga a entender y atender las causas de ese crecimiento y los efectos que ello tendrá en el mediano y largo plazo.

Los analistas coinciden en que el resultado alcanzado por Le Pen (cuyas propuestas buscan minar a la UE y evidencian su cercanía con Rusia y con Putin), puede describirse como “un largo viaje de la extrema derecha en Francia hasta el mejor resultado de su historia”. Este resultado, además, obliga a reconocer que los ultras son ya “una opción aceptable para un buen porcentaje del electorado” de esa nación y, es necesario, señalarlo, se convierte en un incentivo para las agrupaciones del mismo signo que están buscando este mismo abordaje en otras latitudes. VOX, en España, es un ejemplo de ello. La corresponsal de “The New York Times” en París, Rachel Donadio, luego de conocer el resultado de los comicios, señaló contundente,: “Macron ha conservado la presidencia, pero Le Pen ya ha ganado”.

Desde Bruselas, epicentro político y financiero de la Unión Europea, se ve con mucha preocupación el avance indiscutible de la extrema derecha. La primera vuelta electoral dejaba como estela una diferencia de sólo 4.5% de votos alcanzados a favor de Macron. En esa primera vuelta participaron doce aspirantes pero la concentración de los votos se dio entre tres de los participantes: el propio Macron (27.85), Le Pen (23.15), y Melenchon (21.95), el más fuerte candidato de la izquierda. Los tres sumaron más del 83% de los sufragios emitidos en esa primera ronda.

No obvio mencionar que las reglas electorales francesas que establecen que solo podrán transitar a la segunda y definitiva vuelta electoral los candidatos que obtengan la primera y la segunda posición, le jugaron una mala pasada al abanderado de la formación política “Francia Insumisa”, a Melenchon, quien no obstante haber obtenido 7.7 millones de votos, por esas reglas, quedó impedido de participar en la segunda ronda, lo que evidencia que el modelo no es perfecto.

Esos casi ocho millones de votos fueron determinantes en la segunda vuelta. Melenchon, el candidato más sólido de la izquieda gala se convirtió así en el “fiel de la balanza”. El distanciamiento con Macron se evidenció desde la noche de la primera vuelta cuando pidió a sus votantes no entregar ningún sufragio a la candidata de la derecha radical, pero nunca exortó a que se votará por Macron. Al final del día, efectivamente muchos de los votos que dieron la victoria y la reelección a Emmanuel llegaron de la izquierda. Por su parte, Le Pen, tuvo el apoyo de los declarados como “bastante de derecha”, “de derechas” y “muy de derecha”.

La Unión Europea respira con alivio

Emmanuel Macron ha logrado un triunfo que genera tranquilidad en Bruselas y en los socios de la UE y los miembros de la OTAN, en estos tiempos complejos caracterizados por la crisis económica derivada de la pandemia, acrecentada por un conflicto bélico que ya rebasa los dos meses y que no se vislumbra tenga un pronto final, por el contrario, Vladimir Putin sigue atizando la leña amenazando con escalar el conflicto hacia otras zonas como Moldavía y el Báltico, al tiempo que amenaza con un corte de gas a Polonia y Bulgaria si no le pagan con rublos. El mandatario ruso trata de agrietar la unidad europea en asuntos como el envío de armas a Ucrania o la escalada de las sanciones impulsadas por Occidente.

Este escenario obligaba a un triunfo claro de quien busca heredar el liderazgo que dejó vacante Ángela Merkel, cuya decisión de dedicarse a lo privado se ha dado en un momento particularmente complejo. El reelecto presidente francés es, se tiene que decir, la única alternativa para capitanear a un barco que, desde el Brexit, tiene un hoyo en la quilla por donde le entra agua a borbotones, al tiempo que se ha quedado sin el suministro de combustible cuasi monopolizado por quien hoy encabeza este proceso bélico orientado a devolver a Rusia el papel estelar que perdió en los años noventa.

Al manifiesto firmado por los mandatarios de filiación socialdemócrata de España, Alemania y Portugal, en el que pedían a los franceses un voto “pensando en Europa”, se suma el beneplácito del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de la misma familia liberal que el presidente galo: “Un caluroso bravo por Macron”, al tiempo que externaba su confianza de que con este triunfo: “Podemos contar con Francia otros cinco años más”.

Un alivio para la Unión Europea que ve en el triunfo de Macron la posibilidad de fortalecer su liderazgo en la zona y convertirse, como ocurrió por 16 años con Ángela Merkel, en un influencer al interior de la sociedad comunitaria, sí, pero sobre todo, en un líder capaz de evitar la diáspora de los países miembros y de poner freno a las acciones expansivas que desde hace varios años está impulsando Rusia bajo la égida de su presidente Vladimir Putin.

Para Bruselas, el triunfo de Macron se debe observar como un respaldo a la integración europea.
Se extraña a doña Ángela, hay que decirlo, pero sin olvidar que hace diez años, la entonces canciller habló con Putin cuando Rusia ya se había anexionado Crimea. Al terminar la conversación Merkel dijo tener la sensación de que él “vivia en otro planeta”. Alemania, Europa también, han evidenciado un tipo de autismo frente a las posturas del mandatario ruso.

Olaf Scholz, el sucesor, lleva semanas anunciado que enviará armas a Ucrania, envío que se ha demorado. Asimismo, Alemania ha prometido, por meses, que se desenganchará de la energía rusa. La última crisis del gas ocurrida hace un par de años, terminó con un viaje de Merkel a Moscú donde pactó con Putin, a espaldas de los socios europeos, la construcción del gaseoducto Nord Stream, hoy suspendido a causas de la invasión a Ucrania.

Macron: las urgentes tareas por hacer

El reelecto presidente galo tomará posesión a más tardar el 8 de mayo próximo. Al hacerlo, deberá tener muy claramente definida una ruta de navegación para los próximos días y meses. Sobre sus hombros estará el saber que se ha quedado sólo como garante del sistema, de la actual Unión Europea y de la OTAN. Esta planificación de corto, mediano y largo plazo debe partir del hecho de que no habrá otros cinco años más en el Palacio del Eliseo.

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Lo anterior debe ser analizado desde la óptica interna y desde la externa. ¿Hay algún relevo al interior de la formación política que lidera? Al momento Macron es la cabeza y el corazón de la Asociación para la Renovación de la Vida Pública, que fue creada por él y lo catapultó a la primera magistratura de la nación. Habrá que dedicar tiempo para ir preparando el relevo, claro de que la izquierda y la derecha francesas estarán al acecho del poder.

Por cierto, de entrada, Emmanuel tiene como primera tarea urgente escoger a un/una primer ministro/a que se encargue de la política interior a partir de este mes. La urgencia radica en el hecho de que en junio habrá elecciones para renovar en su totalidad a la Asamblea Nacional. Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen, sus respectivos partidos, han llamado a esta elección “la tercera vuelta”, e irán con todas las armas para evitar que Macron tenga nuevamente la mayoría en el congreso. Escoger a una candidata o candidato que “caiga bien a las partes” parece una tarea imposible, pero en la que el presidente tiene que centrarse para evitar que sean las izquierdas o las derechas las que designen en junio a su primer ministro obligándolo a una cohabitación y la existencia de un “gobierno dividido”.

Gobernar sin que te quieran

Si alguien duda que el poder desgasta, pregúntenle al reelecto presidente de Francia. Desgaste que ha sido resultado de un estilo personal de gobernar que no le ha satisfecho a muchos de los que votaron por él cinco años atrás. El joven político hizo gala de un carisma y de un aire novedoso que permeó en un país donde era evidente el rechazo a los partidos tradicionales y a los políticos del mismo corte.

En ese escenario, Emmanuel Macrón cayó como anillo al dedo para muchos ciudadanos galos que apostaron a un cambio de estilo, más pragmático y que garantizara la eficiencia y la eficacia administrativa en un país capitalista, sí, pero donde el Estado tiene una muy amplia participación en la vida económica y social. Pero el exitoso “estilo macroniano” fue poco a poco decantándose, hasta volverse refractario para muchos sectores, incluso, insisto, para los que le obsequiaron su voto en el 2017 permitiéndole alcanzar en la sergunda vuelta, contra Marine Le Pen, el 62% de los votos. Ana Fuentes, periodista, publicó en “El País” (25/4/2022), un artículo que describe de manera muy clara el tránsito de Macron por los laberintos del poder y el desgaste que ello ha implicado.

En el artículo de referencia intitulado “Gobernar sin que te quieran”, la periodista que ha sido corresponsal en París, Beijin y Nueva York, y autora de un libro sobre los chinos que ganó en el 2012 el Latin Book Awards, inicia su artículo señalando: “Pocas cosas hay mas tristes que empezar algo sin que crean en ti”. Esta dura afirmación deriva del hecho de que Emmanuel Macrón ha ganado las elecciones, sí, es presidente legal y legítimo, sí, “pero solo uno de cada cuatro compatriotas le querían realmente como presidente”. Ana Fuentes agrega a este comentario el hecho de que ha sido elegido “con la mayor abstención registrada en medio siglo”.

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de leer varios artículos relativos al proceso electoral francés. Muchos coinciden en que a Emmanuel Macron parece haberle pasado por alto entender que la República de este 2022 es muy distinta a la de 2017, cuando fue electo para un primer período de gobierno. Al reelecto presidente (el primero en dos décadas que lo logra) le ha tocado gobernar en un momento complejo a nivel planetario a causa de una pandemia que obligó a realizar cambios en las estrategias gubernamentales y generó una tensión entre el propio gobierno y la ciudadanía que, primero que todo, demandaba políticas públicas orientadas a enfrentar la crisis de salud y, al tiempo, evitar el colapso de la economía.

En este espacio comentamos en su momento que la dicotomía salud-economía conllevó grandes dificultades y vulneró la gobernabilidad tanto de los países más desarrollados como de los emergentes. “Hace cinco años, Macron supo ver que las formaciones políticas tradicionales iban cuesta abajo, y lo aprovechó, pero ya no puede vender que no es `ni de izquierdas ni de derechas´ porque su término medio, el méme temps, no cuela”, señala Ana Fuentes en su artículo.

¿Qué le toca hacer ahora a Macron? El escenario es verdaderamente complicado. A la crisis sanitaria y económica que ya generaba enormes retos, se suma el conflicto provocado por las afanes expansionistas de Rusia que, no se puede negar, devienen de los propósitos hegemonistas de Occidente capitaneados por los Estados Unidos. Macrón tendrá que actuar en tres pistas: una, atendiendo los asuntos internos que tienen que ver con su desencuentro con diferentes grupos de la sociedad francesa.

Los líderes de los llamados “chalecos amarillos”, esperan que el reelecto mandatario cumpla con sus compromisos, en tanto que los líderes sindicales mostrarán las veces que sea necesario, calles de por medio, que no están de acuerdo con que se amplíe la edad para la jubilación, tema que tiene que ver con proceso de envejecimiento de la población y el incremento de la esperanza de vida que, no sólo en Francia, a nivel mundial, está colapsando a la hacienda pública que cada día requiere de más recursos para pagar pensiones, jubilaciones y servicios médicos.

Ana Fuentes nos recuerda que hace cinco años, Macrón, es un liberal que no ha dudado en estimular la economía con dinero público durante la pandemia. “Ha sido astuto en lo macro, pero no ha podido conectar en lo micro con los franceses. Quiere mostrarse cercano a ellos, pero termina dándole lecciones, cuando ellos esperan respuestas concretas a sus problemas.” Melenchon y Le Pen sacaron provecho de esa situación. ¿Aprendió la lección el reelecto presidente? Ojala que sí. De lo contrario, las elecciones de junio, la “tercera vuelta”, pueden ser su Waterloo.

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Emilio Alberto de yguarta y monte verde

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