Un premio que me cambió la vida
Hace un año, este periodista, en el colmo de su orgullo personal, escribió sobre tres niñas que –circunstancialmente- se cruzaron por su vida. Eran medio huérfanas. Tenían mamá, pero su papá huyó de sus obligaciones de padre de familia y las abandonó. Digamos que llegaron a mi vida a ponerle música, poema y son.
Sus nombres son Jazmine de 17 años, la mayor, quien vive con su abuela materna en “Las Gaviotas”; Jimena, de diez años y Samantha que hoy frisa en los nueve años, viven con su abuelita materna, en la calle Aquiles Serdán en la colonia Rovirosa. La casa es de una modestia extrema. A Jazmine le conseguí con mi amiga Tila del Rosario Hernández Javier, regidora del Ayuntamiento de Centro, una de esas becas que se les da a todos los niños de origen pobre, como los que cita todos los días Andrés Manuel.
Pues bien, un año después, mi muchachita (Jazmine) cumplió diecisiete años y sigue viviendo en “las Gaviotas” con su abuelita paterna, Jazmine ha obtenido el primerísimo lugar en el “Instituto de Difusión Técnica no. 1 (Antes era “Escuela de la Mujer Tabasqueña”. Pues bien, en estas fiestas de septiembre, “Mes de la Patria”, por sus altas calificaciones fue nombrada “Señorita Independencia”.
Así de chingona es mi ahijadita, quien dedica sus mejores días a estudiar la carrera de computación.
Caracoles, este columnista siente que ha obtenido ese PREMIO que siempre buscó y nunca se le dio. El haber porfiado, confiado en una niña de declarados valores humanos, es hoy su TIMBRE DE SU ORGULLO. Ojalá todos los adultos mayores confiáramos en estos chamacos que la vida puso ahí con todas sus buenas intenciones, pero nunca fueron atendidos.
Ojalá la maestra Yolanda Osuna le dé una encomienda Mayor a Tila del Rosario para que siga por el sagrado camino de construir vidas humanas haciéndolas más humildes y creativas.
Hoy la Maestra Yolanda Osuna, nombrará a su equipo de colaboradores…