¡No pagó para que mancilles a la niña!
*“Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor” “Hebreos 10:30″*
*En el reino “fifi” de los discursos pulcros y las instalaciones con aire acondicionado, hay una grieta que apesta a indiferencia. El Colegio Americano de Tabasco S.C., esa institución que presume formar ciudadanos globales bajo modelos educativos “a la vanguardia”, enfrenta una denuncia pública que lo despoja de su falso halo de modernidad. Lo que debería ser un santuario de aprendizaje se está convirtiendo —si se comprueban los hechos— en una fábrica de humillaciones envuelta en uniforme de prestigio*
*En los pasillos perfumados del Colegio Americano, donde se habla de valores y empatía, el maltrato a su niña obligó a una madre a romper el silencio. Su denuncia no es menor: acusa a la maestra Flor de Belén Martínez Leyva, docente de la asignatura Lengua Materna II, de humillar verbalmente y denigrar emocionalmente a sus alumnos. Lo anterior es sumamente grave y terrible*
*Los testimonios, estremecedores, describen un patrón de violencia psicológica en el aula que aterra a los estudiantes. Según la denunciante, la profesora profiere frases como: “No tienen cerebro”, “te voy a hacer que te tragues las obleas”, “no piensas”, o “eres de la generación de cristal de tus papás”. En un acto que raya en lo inhumano, habría exhibido a una alumna frente al grupo, haciendo comentarios íntimos sobre su salud femenina, burlándose del hecho de que “tenía problemas de mujeres”*
*¿Y qué hace la dirección del colegio ante una denuncia tan grave? ¡Nada! La respuesta institucional es un muro de silencio, la indiferencia como moneda de cambio. Según la madre afectada, acudió en repetidas ocasiones a la dirección, donde fue recibida con evasivas y la fría indiferencia de quienes temen que el prestigio se manche más que los corazones de los niños. No se está dimensionando que el aula fue convertida en una sala de tortura contra los niños*
*La pregunta es ¿El poder sin límite o pagó para que ofendas y traumes a los niños? Ubicando la pregunta más esencial: ¿qué está fallando en el Colegio Americano de Tabasco? Porque si el maltrato proviene desde el podio del maestro, y la administración lo tolera, no estamos frente a un incidente aislado, sino ante un modelo de impunidad pedagógica. La autoridad moral de quien enseña no es licencia para la humillación*
*Cuando una maestra, escudada en la frase “a los chamacos hay que tratarlos así”, ejerce su poder con soberbia, se traiciona el principio más básico de la educación: el respeto al alumno como ser humano. Si una sola palabra puede marcar la mente de un niño, entonces cada insulto pronunciado con autoridad institucional se convierte en cicatriz emocional. Y si la dirección, con pleno conocimiento, no interviene, incurre en omisión institucional, que puede ser tan grave como el acto mismo*
*No basta con presumir acreditaciones ni campañas de inclusión. Cuando una voz infantil tiembla en el aula por miedo, toda la estructura educativa se derrumba. Y es ahí donde el Estado debe intervenir; de allí, que este caso deba ser la punta de lanza y escalar a las instancias competentes. La Secretaría de Educación de Tabasco, encabezada por Patricia Iparrea, no debería permanecer indiferente ante un señalamiento tan concreto*
*No se trata solo de una maestra y una alumna: se trata de revisar los protocolos internos de las escuelas privadas que operan bajo concesión estatal. Debe verificarse si el plantel ha implementado programas de prevención del acoso, si existen mecanismos de denuncia internos y si se están cumpliendo las disposiciones de la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Tabasco*
*De confirmarse los hechos, podrían configurarse faltas administrativas e incluso responsabilidades penales, pues el maltrato infantil no se limita al contacto físico: la violencia verbal y psicológica también destruye. Asimismo, al perecer el caso está siendo revisado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco, a cargo del Dr. José Antonio Morales Notario, para garantizar la protección de los menores afectados. En el terreno del derecho, el silencio institucional puede equivaler a complicidad*
*Ubiquemos: este tipo de sucesos no solo ensombrece a una institución, sino que retrata una sociedad que empieza a normalizar la crueldad disfrazada de disciplina. Un colegio que predica practicar la excelencia, pero calla ante el abuso, deja de ser formador y se convierte en cómplice. La educación sin empatía es tiranía pedagógica*
*Detrás de cada niño humillado hay un adulto roto en formación. Y detrás de cada institución que calla hay una comunidad que olvida que el verdadero lujo de un colegio no está en su nombre en inglés, ni en su mensualidad, sino en su capacidad de formar sin dañar. El silencio cómplice de los que deberían proteger la inocencia se ha roto. Las máscaras de la falsa excelencia empiezan a caer, y lo que emerge debajo no es educación, sino soberbia*
*El eco de una madre se convierte en juicio. Porque cuando la palabra “maestra” deja de significar guía y pasa a ser sinónimo de agresora, el shofar del escándalo resuena en cada aula del Estado. Urge que las autoridades actúen antes de que la vergüenza sea total. Porque el prestigio de una escuela se mide no por sus muros, sino por la dignidad que resguarda dentro de ellos a sus alumnos*
Y si la educación se convierte en abuso, entonces no habrá redención posible para quienes debieron enseñar el bien y sembraron el miedo. El problema no es una maestra aislada, sino un Colegio Americano de Tabasco que normaliza la prepotencia con el disfraz de “carácter”, razón tiene la madre quejosa al rebelarse abiertamente con un ¡No pagó, para que mancilles a la niña!*
*SEPTIMO SELLO*
*El ruido de esta creciente resuena no solo en los pasillos del Colegio Americano, sino en toda la estructura educativa del estado ¿Dónde está la Secretaría de Educación que dirige Patricia Iparrea? ¿Por qué las instituciones privadas gozan de una especie de fuero moral cuando sus muros esconden maltrato?*
*A la autoridad educativa le corresponde más que escuchar: investigar, sancionar y garantizar que ningún niño crezca pensando que la humillación es parte del aprendizaje. El maltrato psicológico no deja moretones, pero sí fractura la autoestima, la confianza y el espíritu de forma perenne*
*SEPTIMA TROMPETA*
*Habrá que dimensionar que la acusación es grave, no por el escándalo mediático que pueda generar, sino porque el aula es un espacio sagrado donde los niños deberían sentirse seguros, no sometidos. Decirle a un estudiante “no tienes cerebro” o exponer en público la intimidad de una niña no es disciplina: es un abuso imperdonable. Y cuando una dirección escolar calla, el silencio se convierte en cómplice*
*SEPTIMA COPA*
*Que se escuche claro: esta no es una cacería de brujas, es un llamado a la decencia. Si una madre tiene el valor de denunciar, la Secretaría de Educación debe tener la obligación de escucharla y actuar en consecuencia. El Colegio Americano, como cualquier institución, no está por encima de la ley ni de la ética. Si el aula se convierte en un escenario de maltrato, la educación se vuelve un simulacro moral*
