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“Los sembradores de odio son devotos creyentes de que, para sus fines, para sus propósitos, lo mejor es que a México le ocurra lo peor” Jesús Reyes Heroles

“Los sembradores de odio son devotos creyentes de que, para sus fines, para sus propósitos, lo mejor es que a México le ocurra lo peor” Jesús Reyes Heroles

“Los sembradores de odio son devotos creyentes de que, para sus fines, para sus propósitos, lo mejor es que a México le ocurra lo peor” Jesús Reyes Heroles
Prospectiva

Lo ocurrido la semana pasada en Turquía, pone nuevamente en evidencia la fragilidad frente a eventos provocados por la naturaleza. Esta nación, que comparte su territorio con Europa y Asia, está atravesada por dos grandes fallas: la del norte de Anatolia y la del este de Anatolia, que es la zona en la que se produjo, hace ocho días, un terremoto de 7.4 grados que dejó una estela de muerte (hasta el viernes pasado de 25 mil personas fallecidas) y la destrucción de viviendas e infraestructura en esa zona fronteriza con Siria.

Es paradójico que hoy tengan que trabajar conjuntamente dos países que viven desde hace varios años un conflicto que también ha dejado muerte y destrucción de ambos lados. Andrés Mourenza, corresponsal de “El País” en Estambul hace un relato muy detallado (“El País”. 8 febrero 2023) que nos permite conocer “la maldición” que históricamente ha sufrido ese país “situado en la confluencia de placas tectónicas y cruzado por dos grandes fallas”, que en un siglo ha padecido cincuenta terremotos.

En México sabemos lo que significan estas desgracias, por ello, la enorme distancia entre el epicentro del sismo y nuestro país no nos aleja del sentimiento de dolor y de la necesaria solidaridad para con los turcos y los sirios, que transitan por momentos críticos. Resalto la presencia de elementos del Ejército y de la Marina de México, que junto con hombres y mujeres que han acumulado una gran experiencia en estas complejas tareas de rescate están colaborando en la zona del siniestro. Nuestro reconocimiento.

Como siempre, resultan desgarradoras las imágenes que muestran en grado de la tragedia. La de un padre con la mirada perdida, sujetando la mano de la hija muerta. La de niños rescatados con vida, como ocurrió en nuestro Hospital Juárez en septiembre de 1985. La de muchas personas buscando familiares y amigos entre los escombros de edificaciones afectadas severamente por la intensidad de un movimiento telúrico que, coinciden los sobrevivientes: “duró siglos”. 

Mourenza describe el comportamiento de los turcos frente al más leve movimiento provocado por un temblor. La historia los obliga a tener miedo, a ver estos movimientos telúricos con respeto. Es cierto, sabemos “dónde va a temblar”, pero como los geólogos reconocen, “lo que no sabemos es cuándo ocurrirán”. Solidaridad internacional es lo que hoy se requiere.

“El fascismo en su empezar no  es un movimiento político que obedezca a una ideología; es más un actuar que un pensar” Jesús Reyes Heroles

Un movimiento telúrico de otra naturaleza es el que vivió Joe Biden el martes pasado al presentar en la Cámara de Representantes su mensaje del “Estado de la Nación”. Muy distinto el escenario al del año pasado. Entonces, a sus espaldas, dos ángeles guardianes: Kamala Harris, la vicepresidente, y Nancy Pelosi, la entonces líder de la mayoría demócrata en la Cámara baja. Ambas aplaudiendo entusiastas el mensaje de su líder. Hoy, sólo las palmas de la ex senadora de California, junto a un adusto Kevin McCarthy, al que tanto trabajo le constó convertirse en el speaker, el tercero en la línea de sucesión detrás de quien les hablaba, y de la mujer a su diestra.

Como lo hiciera el 20 de enero del 2021, Joe Biden habló de darle la vuelta a la página. Convocó nuevamente a trabajar unidos para “lograr el bienestar de la Nación”. Abajo, en auditorio, tanto sus correligionarios que aplaudían de acuerdo a un script, pero sin la fuerza del año anterior cuando todavía eran mayoría; como los republicanos, la actual mayoría, mostrando el músculo, vociferando, denostando a quien ven como su enemigo, como su antagónico. 

No son pocos los que insisten, siguiendo la guía de su líder, Donald Trump, en que el que les habla es “un mandatario espurio”, que llegó a la Casa Blanca merced a “un fraude electoral”, que no han podido demostrar, pero que es, y seguirá siendo, parte fundamental de la narrativa de su candidato, que transita por el país como si ya fuera su abanderado oficial para proceso electoral de noviembre del 2024.

Sí, la figura de quien fuera vicepresidente de los Estados Unidos evidencia el cansancio resultado de dos años intensos dentro y fuera del país. En otros tiempos, una guerra como la de Ucrania, el enfrentamiento abierto con China o la crisis económica, serían argumentos suficientes para concitar la unidad nacional como lo lograron Wilson en1917, Roosevelt en 1941, Kennedy en 1962 y Reagan en 1984. 

No, los republicanos no darán tregua. No están dispuestos a ampliarle el techo presupuestal a su antagónico “para que siga gastando en apoyos sociales; para mandar más dinero a Ucrania, o para apoyar a la OTAN.”

La guerra está declarada. Inició el 6 de enero del 2021, dos semanas antes de que el demócrata asumiera la presidencia en un escenario ríspido, sin la presencia del presidente saliente que había abandonado la residencia oficial por la puerta de atrás, llevándose documentos clasificados y asegurando a los que ahí se quedaron que volverá, como lo prometió Douglas MacArthur en 1942. ¿Volverá Trump en enero de 2025 a la Casa Blanca, como sí lo hizo el general el 20 de octubre de 1944, comandando el desembarco de los estadounidenses en Leyte, iniciando la liberación de las Filipinas, ocupadas por las tropas japoneses? Pronto lo sabremos.

Las arengas de Biden no lograron arrancar ni un aplauso de los republicanos. ¿Defender la democracia? ¿Cuál, la de los Estados Unidos, o la del mundo? Tampoco lo hicieron cuando señaló enfático que “si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos”. 

Mucho menos aplaudieron cuando Biden convocó a “mis amigos republicanos a trabajar juntos como en el anterior Congreso”. En ese momento, la representante republicana de Georgia, Marjorie Taylor Greene, aliada de Trump, se levantó de su curul y puso el dedo pulgar hacia abajo en signo de desaprobación a lo que el presidente les proponía. 

El único momento en el que logró una tenue aprobación de sus oponentes fue cuando defendió su nacionalismo económico (propuesta muy republicana). “Comprar a estadounidense (BuyAmerican)”, planteamiento que, reconoció, no es del agrado de sus socios europeos.

¿Y del 2024, qué dijo? Ni una sola palabra. La semana antepasada hizo un tenue guiño a esa opción. Sabe que llegará a las urnas con 82 años a cuestas y que sus correligionarios consideran esto un factor desfavorable. Ningún mandatario ha atravesado la línea de los 80 años en el ejercicio de la función. ¿Quién al relevo? Kamala Harris está en la primera línea, pero totalmente desdibujada. Gavin Newsom, gobernador de California, parece una alternativa, pero está lejos de tener los apoyos necesarios para vencer a Donald Trump o a Ron De Santis, gobernador de Florida, el único que al momento puede echar por tierra el sueño macarthiano del neoyorquino.

La lucha electoral ya inició. Donald Trump tiene un plan de trabajo para llegar al final del 2023 casi amarrado como el candidato natural de su partido, a sabiendas de que al interior de este tiene muchos detractores; sin embargo, aún estos, sus opuestos, no pueden dejar de reconocer que él representa la mayor posibilidad para volver al poder. 

El discurso del expresidente está sustentado en los ataques directos a su sucesor. Insiste, ya lo dije, en la supuesta llegada por fraude al poder, y a lo que él, y sus seguidores califican como “un gobierno desastroso, sin resultados. De un mandatario débil y cansado”.

“No vayas más allá de donde te propusiste; en la victoria aprende cuando detenerte” Cuadragésima séptima Ley del Poder, Robert Greene

En ese contexto, para variar, México vuelva a jugar el papel de piñata. Pese a que Andrés Manuel López Obrador insiste en tener una buena relación con Trump, la realidad es que el magnate neoyorquino no tiene amigo sino excusas. La publicación del libro “Guerra en la frontera”, escrito por Mike Pompeo, hombre muy cercano al expresidente, es parte de esa narrativa cuyo objetivo es demostrar a los electores norteamericanos, en especial a los que no votaron por el candidato republicano, que es el candidato ideal, el único capaz de poner de rodillas a los gobiernos de otros países.

Esta obra ha provocado la reacción de quien fuera nuestra embajadora en Washington, Martha Bárcenas, quien confirmó que lo revelado por el autor es cierto. El que fuera secretario de Estado entren2017 y 2021, plantea que el canciller Marcelo Ebrard aceptó el acuerdo que daría paso al polémico programa “Quédate en México”, que, por cierto, Biden ha mantenido vigente pese a la oposición del presidente mexicano.

Lo que ha generado la incomodidad, diría que el enojo de la diplomática de carrera es que ella nunca se enteró de este supuesto acuerdo que tuvo el canciller mexicano con el ex secretario de Estado de Trump. El acuerdo relata Pompeo, es, “mantenerlo en secreto”.

La exembajadora le refiere al conductor de Univisión Reporta: que hasta que aparecieron el libro “Guerras en la frontera” y las Memorias de Pompeo, pudo entender que “fui víctima de un engaño”.  Por lo anterior es que en esa entrevista “simplemente ratifico que siempre se me engañó, y que se me engaño en el sentido de no decirme que este había sido un acuerdo, una negociación entre Ebrard y Pompeo y Nielsen.” 

En el entorno del proceso electoral anticipadamente abierto por el líder moral de Morena, las declaraciones hechas por la señora Bárcenas a León Krauze, interlocutor (confidencias que le caen como anillo al dedo a quien, como su hermano Enrique, es un abierto opositor de la llamada Cuarta Transformación) son relevantes porque que ella considera que este acuerdo “cambió la llamada estrategia humanista” de López Obrador en materia migratoria. 

Va más allá cuando afirma: “Hay que ver cuáles eran las ambiciones personales de Ebrard, porque para él, y creo que ahorita la realidad lo demuestra, lo único importante ha sido el ser candidato a la presidencia y convertirse en presidente. Y todas las demás decisiones estaban sujetas a esa ambición personal.”

El presidente de la República ha salido a defender a su canciller que ha negado los señalamientos de Pompeo que encuentran una voz que confirma, la de doña Martha Bárcenas. No omito mencionar que ella y su esposo, el diplomático en retiro, Agustín Gutiérrez Canet, no son precisamente amigos del canciller. La renuncia de como embajadora, se especula, fue a causa de diferencias irreconciliables con su jefe, el canciller. Veremos qué efecto tiene en la selección de la mejor corcholata esta curva lanzada por Pompeo que ha bateado con fuerza la ex representante del gobierno mexicano en Turquía, Dinamarca y Estados Unidos.

Continuando con un importante tema nacional, el jueves pasado el Banco de México amplió en 50 puntos base las tasas de interés que llegan a 11%, un nivel histórico. Los analistas esperaban un incremento similar al que la FED había determinado la semanan pasada (25 puntos base), sin embargo, el banco central, cuya tarea primordial es vigilar que los precios no aumenten, tomó esa decisión en razón de los datos que ese mismo día publicó el INEGI, responsable de la medición de los niveles de precios al consumidor. “Frenar la inflación es la mejor forma de contribuir al crecimiento económico”, fue su argumento.

La inflación evidenció signos de crecimiento que demuestran que los precios no están tendiendo a la baja, como se había observado en noviembre del año pasado. La canasta básica sigue mostrando esa tendencia creciente. El presidente López Obrador señaló el viernes pasado que no debe cundir el pánico, pero es evidente que el gobierno federal tendrá que vigilar que los acuerdos con el sector empresarial se cumplan con la finalidad de evitar la aplicación de medidas que todos sabemos suelen ser peores que la enfermedad como el control de precios.

El mandatario manifestó su contrariedad por la decisión del Banco de México, argumentando que el banco central “debe ver por el crecimiento económico del país”. El aumento en las tasas de interés, lo hemos señalado en este espacio, es una herramienta válida pero con efectos colaterales muy negativos: innive la inversión, desalienta la producción, provoca desempleo, todo esto derivado de la retracción del consumo.

Además, los créditos se encarecen golpeando a los adquirientes de coches, de casas, y retrayendo el uso de las tarjetas de crédito cuyos adeudos no saldados mes con mes, derivan en un incremento en los saldos y en la obligación de pago; sin embargo, esta estrategia monetarista seguida por el Banco de México, apelando a su independencia, que el presidente ha respetado en todo momento, es la mejor alternativa para frenar a la inflación que tanto daño hace, especialmente a los que menos ganan.

“El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira” William Arthur Ward

La pandemia por el Covid-19 nos cambió la vida. Se rompieron paradigmas y se modificaron estereotipos por muchos años vigentes. Fue una sacudida interna y externa. En el primer caso, como personas, tuvimos que enfrentarnos a las flaquezas del cuerpo para aceptar, una vez más, que no somos infalibles, mucho menos inmortales. Este virus evidenció nuestras debilidades, algunas autoprovocadas, otras, resultado de una genética que ahora sabemos se puede modificar, pero que en su momento era entendida como una especie de destino manifiesto imposible de modificar.

La salud ha recuperado en gran escala su preminencia por encima de muchas cosas que considerábamos prioritarias, como el dinero. Le hemos dado mayor atención a las muy famosas “comorbilidades” que hoy podemos mencionar una a una como de niño lo hacíamos con los “Diez mandamientos”, muchos de los cuales hemos olvidado, y hasta tergiversado a lo largo de la vida.

Cuanto nos equivocamos cuando en diciembre del 2019 nos atrevimos a decir “pobres chinos que van a hacer con este virus”. El castigo a nuestra soberbia y ceguera llegó pronto. En marzo del 2020 la epidemia ya era una pandemia que trastocó nuestra vida, modificando hábitos y costumbres arraigadas. 

Nos refugiamos en nuestras casas convertidas en cuevas capaces de defendernos de todo mal externo, sin embargo, en no pocas ocasiones estas guaridas mostraron su fragilidad cuando al interior de nuestras casas aparecieron los contagios y el agravamiento que en muchas ocasiones terminó en tragedia.

Pronto aparecerán las crónicas de estos confinamientos con grandes detalles, anécdotas e historias de lo ocurrido en este entorno complejo, no ajeno al miedo, a las exageraciones respecto a los afanes de limpieza orientados a evitar que el virus, el maldito virus, no nos hiciera presa de sus camaleónicas mutaciones que pronto hacían inocuas e inicuas a las vacunas generadas por laboratorios obligados a cambiar sus protocolos de investigación para producir esa nueva vacuna capaz de protegernos de una nueva sepa.

La magnífica escritora española, Almudena Grandes, recién fallecida, nos dejó como herencia un libro extraordinario, como los que ella siempre nos regaló, que mezcla la política disruptiva que desde hace décadas caracteriza a la España postfranquista, con la pandemia que violentamente hizo presencia en esa nación. 

“Todo va a mejorar” (Tusquets. 2022), la obra de Almudena, el mismo nombre de la Virgen que custodia la Catedral de Madrid contigua, como siempre estuvo la Iglesia Católica al Palacio Real, casa de los monarcas ibéricos hasta su traslado al Palacio de la Zarzuela, retrata a España “en un futuro próximo”.

Narra la aparición de un nuevo partido político llamado Movimiento Ciudadano ¡Soluciones ya! [¿Dónde hemos oído esto mismo?], que recién ha arrasado en las elecciones. Quien lo dirige, en la sombra, es un empresario de éxito que propugna que el consejo de ministros funcione como un consejo de administración, “que promueve proyectos ambiciosos para arreglar el país.”

¿Qué tiene esto que ver con la pandemia? Este empresario “exitoso” potencia su riqueza y su poder en el contexto de una crisis de salud que provoca una parálisis económica que lastima, como siempre, a los que menos tienen, al tiempo que acrecienta la riqueza y el poder (económico y político) de los que tienen el as bajo la manga, la fórmula para sacar provecho de la crisis; al que encontró la respuesta a las necesidades que nacen de una coyuntura compleja para el común denominador, pero capaz de ser resuelta por aquel, o aquella, que entiende que esa coyuntura es la llave para un futuro promisorio; que no la ve como fatalidad, sino como ventana de oportunidad.

El libro, lo comento de pasada, está repleto de ideas y planteamientos que caben sin ningún problema en la narrativa de una nación como la nuestra. En la ruta hacia un proceso electoral que, al tiempo que elegir a un nuevo presidente, será un auténtico referéndum que dará o no continuidad, a un nuevo modelo que ha ido más allá del simple cambio de gobierno, a un verdadero cambio de régimen, la lectura de esta obra deja muchas enseñanzas. Respuesta a muchas incógnitas. La recomiendo.

En la obra de Almudena Grandes, el título está plenamente justificado porque tiene que ver con las promesas, con la visión de futuro de un candidato, de un gobierno, que no siempre entiende que esa mirada prospectiva tiene que ver necesariamente con un futuro deseable, sí, pero posible. Que no sea una entelequia. Mucho menos una utopía.

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¿Habrá nuevas pandemias en nuestro futuro? Desde luego que sí. En esta obra se relata “un gran apagón”: ¿Es el encierro al que nos condenó la pandemia? Puede ser. “Tras un gran apagón que creará un acceso limitado a internet y, ante las dificultades estimulará la libertad ilimitada de comprar y consumir.” Como en “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley, “Todo va a mejorar”, no es un libro que proponga una utopía, por el contrario, es una distopia, un antónimo que plantea un mundo imaginario. El libro de Almudena Grande ilustra el peor escenario posible de una sociedad del futuro, como lo hiciera George Orwell en “1984”.

“La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social” Jacques Delors

Los futurólogos no anticiparon una pandemia como la que hemos padecido. Esta crisis sanitaria adelantó el futuro y lo hizo presente. Muchos paradigmas se modificaron a la luz de nuevos escenarios. En lo educativo, los cambios fueron necesarios, sobre todo para las instituciones de educación superior, responsables de la formación de recursos humanos que sean pertinentes con los requerimientos de los empleadores que hoy demandan competencias específicas.

Andrés Oppenhaimer en su libro “¡Sálvese quien pueda!” (Debate. 2018) centra su planteamiento en el futuro del trabajo en la era de la automatización. Basado en los pronósticos de dos investigadores de la Universidad de Oxford, construye una narrativa orientada a plantear el desplazamiento o desaparición de cientos de actividades profesionales condenadas a la desaparición por los robots, las computadoras y la inteligencia artificial.

Se pregunta si estamos a un paso de un mundo de desempleados, para inmediatamente lucubrar sobre el futuro de muchas profesiones: periodistas, restauranteros, banqueros, abogados, contadores, y hasta de profesionales de la salud que con la pandemia evidenciaron su necesaria existencia y la urgencia de formar más profesionales de la salud luego de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, entre ellos, los ingenieros biomédicos.

Para Oppenhaimer el trabajo docente también está en riesgo; pronóstico que contradijo la pandemia que obligó a los maestros a adecuarse a los nuevos tiempos, a la educación a distancia, sincrónica o asincrónica. Me parece descabellado pensar que los docentes serán desplazados por un robot o por una computadora.

Sumó en esta relación de empleos en riesgo a los trabajadores manufactureros y hasta los transportistas. Los primeros han tenido que enfrentar, el parón de la economía que conllevó el cierre de muchas empresas y el consiguiente despido de muchos trabajadores. La fractura de las cadenas de producción provocó el desabasto de muchos productos lo que derivó en una escalada de precios que hoy padecemos a nivel planetario.

Los trabajadores manufactureros que perdieron su empleo, para obtener otro, deberán adquirir nuevas competencias. Esta necesidad deberá ser atendida por el sector educativo, en especial por las Instituciones de Educación Superior mediante las llamadas micro credenciales y las certificaciones como las que otorga CONOCER de la SEP. 

En lo que a los transportistas se refiere me parece muy difícil que el movimiento de cosas y de personas se realice en vehículos no tripulados. Se seguirán requiriendo choferes y personas especializadas en la logística necesaria para el movimiento de mercancías.

La cuarta revolución industrial es una realidad inobjetable. Su dinámica es acorde a los nuevos tiempos, acelerados por los vientos de cambio que la pandemia y la crisis económica trajeron consigo. Ver el futuro a través del espejo retrovisor no solo es un error, es un suicidio que nos llevaría al colapso colectivo, y con ello a la desaparición de la sociedad sustentada en el “homo laborius” y en el “homo sapiens”.

Sí, es el tiempo de la inteligencia artificial, del internet de las cosas, de la robotización como la profetizaba Aldous Huxley, pero ello no justifica que se renuncie a la inteligencia humana en aras de darle preeminencia a la holganza, dejando a las máquinas conducir la nave a lo que se podría llamar un “futuro feliz”. Debemos entender que el ser humano, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, requieren necesariamente reinventarse. Tienen que “aprender a convertirse”, lo cual es posible solo a través de la educación.

“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija del campesino puede convertirse en una médica, el hijo del minero puede convertirse en jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación”, Nelson Mandela  

¿Cómo garantizar el futuro deseable y posible que como seres humanos buscamos? La Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO), impulsa una iniciativa mundial encaminada a reinventar la manera en que el conocimiento y el aprendizaje “puedan determinar el futuro de la humanidad y del planeta.”

En el 2020, en el contexto de la pandemia, la UNESCO lanzó una iniciativa en la que invitó a “a pensar juntos para actuar juntos a fin de querer los futuros que queremos”. Este organismo internacional a mantenido su impulso a esta iniciativa con la convicción de que esos futuros de la educación deben estar sujetos a un debate mundial del cual deriven las pautas para “reinventar el conocimiento, la educación y el aprendizaje en un mundo cambiante, de creciente complejidad, incertidumbre y precariedad.”

En esta iniciativa se propone una ruta con la mira puesta en el año 2050 que permita reinventar la manera en que la educación y el conocimiento puedan contribuir al bien común mundial. 

¿Cómo lograr este objetivo? ¿Con qué herramientas? El planteamiento se centra en utilizar la comunicación digital, la inteligencia artificial y la biotecnología que ofrecen grandes posibilidades para lograr un futuro educativo más exitoso, pero no exento de preocupaciones en el plano de la ética y la gobernanza, especialmente porque las promesas de innovación y cambio tecnológico han contribuido de manera desigual a la prosperidad humana a lo largo de la historia.

¿Cómo lograr que las innovaciones tecnológicas se conviertan en herramientas para transitar en el futuro hacia una educación inclusiva y equitativa, de calidad y pertinente? La respuesta se tiene en la propuesta de la UNESCO (2023) en la que la visión de futuro de la educación se centra en “la incorporación de las tecnologías educativas al proceso de enseñanza aprendizaje”, porque estas herramientas favorecen la productividad, la creatividad, la comunicación, la colaboración, el diseño y la gestión de datos.

La UNESCO reconoce que la virtud principal de las tecnologías educativas, pese a su diversidad, es que cada día están más integradas, derivado de la convergencia de tecnologías (aplicaciones y dispositivos). Esto obedece al rápido desarrollo de tecnologías, la migración de aplicaciones a la nube y el carácter proteico del internet.

No se obvia el hecho de que tenemos de un lado a“los tecnoescépticos” que insisten en que no hay lugar para la automatización en la educación, y plantean que el aprendizaje debe sustentarse en la presencialidad y en la función docente. Del otro lado están “los tecnófilos” que aceptan efusivamente el uso de las tecnologías en el proceso de enseñanza aprendizaje.

La próxima semana Prospectiva ampliará sobre este tema de la educación del futuro y para el futuro, y acerca de las responsabilidades de la Educación Superior en esas tareas. Cuídense mucho.

Emilio de Ygartua
Emilio de Ygartua

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