Los despojos de Artemio Cruz
POR HOMERO T. CALDERÓN
Los que vivimos el Movimiento del 68 en Tlatelolco, nunca supusimos que ahí empezaba la debacle y muerte del PRI. Con un presidente salvaje como Díaz Ordaz, pocos pensamos en su muerte. Quien lo escribió en una hermosa novela fue el escritor Carlos Fuentes. Cuando llegué a Tabasco, la traje entre mis pertenencias.
Se la regalé al joven Marco Antonio Espadas, entonces presidente municial de Teapa. Se hizo seguidor de Carlos Fuentes y obtuvo tiempo después una regular cultura “revolucionaria” que lo hizo destacar en el mundo de la política.
¿Qué esbozaba Carlos Fuentes en su novela? A un viejo revolucionario priista, quizá el último, que era “velado” por su esposa y su hija mayor porque en cualquier rato, podría exhalar el último suspiro. Artemio Cruz murió finalmente, pero sus hijos y nietos heredaron ese cadáver con el que convencieron a muchos que el PRI seguía vivo, pero eso fue una gran mentira..
Hoy en Tabasco, esos mismos muchachos, hoy casi ancianos de 70 años de edad, quieren vendérnoslo. O más bien dicho, se lo vendieron al empresario Dagoberto Lara Sedas. “Dagos” es el dueño de esos despojos. Le hago varias preguntas a una priista que sabe a qué le tira el PRI en estos momentos.
UNO, Dagoberto Lara. Es un tipo que compró un cadáver pero no compró su liderazgo…
DOS: Dagoberto solo ve tres figuras en el PRI sin ninguna importancia: 1.- A “Favioncito”; 2.- a Soraya y 3.- A Maritza Jiménez…
TRES: Sus prerrogativas ya no le dan para mantener ni a su equipo de oficinistas…
CUATRO: Su edificio, alguna vez extraordinario y grande, hoy no tiene recursos ni para mantener la pintura….
CINCO: No tienen ni para pagar el agua y la luz…
SEIS: No pueden rentar el “edificiotote” porque no tienen personalidad jurídica para arrendarlo porque pertenece al gobierno del estado…
SIETE: Lo ideal sería entregarlo a una Comisión de Notables como Alberto Gular, Gustavo de la Torre y el “Chelo” Granier, por decir tres nombres. Digamos que los despojos de Artemio Cruz están para enterrarlos en el panteón de Sabinas…