Las siete hermanas y el Pemex de Rudecindo Cantarell
Colaboración Exclusiva Desde Filomeno Mata 8
La composición internacional del poder en materia petrolera ha cambiado. Hoy, “las siete hermanas” han cedido el control a otras siete, pero de propiedad estatal: Saudi Aramco, de Arabia Saudita; Gazprom, de Rusia; CNPC, de China; NIOC, de Irán ; PDVSA, de Venezuela; Petrobras, de Brasil y Petronas, de Malasia.
Las empresas petroleras estatales controlan casi un tercio de la producción mundial de gas y petróleo y más de un tercio de las reservas de ambos hidrocarburos.
Exxon, Mobil, Chevron, Texaco, Gulf, Royal Dutch Shell y British Petroleum, todas ellas conocidas nuestras desde principios de siglo, pasando por la Expropiación y hasta hoy, que nunca se han ido de México. Son las que actúan en tierra firme, en aguas someras y mar adentro, desde siempre, “a falta de recursos financieros y tecnología”, que arguye Pemex.
Ellas y sus subsidiarias son las que mantienen la hegemonía petrolera en ésta su zona de influencia. Pemex nunca ha producido una latita de petróleo. Es sólo el reino del subcontrato. A pesar de que “las siete hermanas” originales ya no existan con el poder monopólico que se les reconocía hasta hace cuarenta años.
Enrico Mattei se enfrentó a las grandes petroleras de su tiempo. Viajando con rumbo a Milán, su jet se estrelló, saboteado por las petroleras transnacionales en los altímetros de su aparato dentro del aeropuerto de Catania, a través de los oficios siempre oportunos de la mafia italiana.
Un hombre llamado Giulio Andreotti, en aquel tiempo ministro de la Defensa, se apresuró a declarar que había sido un accidente. Y es hora de que aún se debate en las cortes penales el Caso Mattei. Giulio Andreotti llegó cuarenta años más tarde de esos acontecimientos a ser el Primer Ministro de cuatro gobiernos de la República italiana.
Andreotti, un feroz derechista, cofundador del Partido Demócrata Cristiano, estuvo atrás, inspirando, alentando o protegiendo, la guerra sucia de las transnacionales en Italia. Defenestró a Mattei, a Aldo Moro, y cobijó todas las estupideces de Silvio Berlusconi. Los intereses petroleros y los de El Vaticano, como el telón de fondo.
Otra vergüenza que no nos abandonará jamás es que al pescador carmelita Rudecindo Cantarell, descubridor de los yacimientos que mantuvieron a flote al gobiernito mexicano durante cuarenta años, nunca le dieron una plaza de tiempo completo en Pemex. Aunque ellos jamás lo llegarán a entender.
El remate de enormes superficies territoriales, por medio de desventajosas subastas para el país, no pudo ocultarse más. Al anunciar ENI que había encontrado petróleo, tuvo que boletinar que el contrato le había cedido la exploración y explotación en una superficie de 67 mil 203 kilómetros cuadrados, una extensión más de trece veces mayor que el Estado de Colima.