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Euclides: condolencias después del “niño ahogado…”

Euclides: condolencias después del “niño ahogado…”

Alfredo A. Calderón

“El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no recibirá respuesta” “Proverbios 21:13″

*Ni las ironías del destino tienen ya sentido en Cárdenas. Un día después de que el alcalde de Cárdenas, Euclides Alejandro Alejandro, se diera su baño de pureza en una radio local hablando del “desorden vial” y de cómo su gobierno “apoyaba las acciones” de Tránsito Municipal, la realidad —ese juez implacable— le hizo quedar mal y lo desmintió con un cadáver en la calle Revolución esquina con Manuel Leyva*

 

*El video exhibe que el agente que manejaba la patrulla Zacarías “N” ni frenó, ni esquivó. Simplemente se fue encima de ella. Con todo el descuido y la arrogancia de quien cree que portar un uniforme no mide consecuencias porque lo hace intocable. Así, una camioneta de Tránsito Municipal de Cárdenas con número económico HC 03-636 —conducida por este agente— aplastó la vida de una mujer que su pecado fue sólo cruzar la esquina frente a Zacarías “N”*

 

*El video es brutal. No deja espacio a excusas ni versiones edulcoradas: el agente giró sin precaución, embistió a la víctima, y cuando la vio bajo las llantas, intentó avanzar de nuevo. Sólo se detuvo cuando los gritos de la gente rompieron su burbuja de impunidad. Y entonces, como un cobarde, huyó. Dejó el cuerpo tendido, sin nombre ni auxilio, bajo la camioneta del orden. Doble crimen: atropellar, matar y dejar abandonada la víctima*

 

*Esa escena lo dice todo: “después del niño ahogado, el pozo tapado” ni cómo defender al alcalde en sus condolencias, Cárdenas un municipio descompuesto desde arriba. Mientras el alcalde Euclides Alejandro pontifica en la radio sobre “el desorden vial”, sus agentes asesinan en la vía pública. Mientras se habla de “acciones firmes” y “coordinación vial”, los mismos servidores públicos que deben proteger, manejan, sin control ni respeto por la vida humana*

 

*Los testigos afirman que la unidad -aunque- no iba a exceso de velocidad, el agente dobló sin precaución -quizás por la hora 9:57 de la mañana no iba borracho-; pero es innegable que arrasó con una anciana que regresaba de hacer compras. Ni sirenas, ni freno, ni prudencia. Sólo el ruido seco de la cabeza de doña Eduarda Montoya, a sus 65 años quebrarse al ser aplastada bajo la llanta y la cobarde fuga; posterior de una tragedia que no debió ocurrir*

 

*Qué ironía tan macabra: el alcalde predicando sobre “orden vial, la millonaria recaudación histórica y sus condolencias”: Como cereza del pastel, mientras sus propios agentes hacen del caos una macabra política pública. Esa “recaudación histórica” es la que obliga a los agentes a salir al estilo “Barredora” a extorsionar y perseguir a los ciudadanos hasta sangrarles el bolsillo. Eso debe parar porque las “sentidas condolencias” son simples estrategias fallidas de Euclides Alejandro, sólo limpia la sangre del pueblo regada en el pavimento: el poder no es para eso*

 

*Ejemplo vivo de la forma en que se gobierna en Cárdenas: con discursos de moral y prácticas de barbarie. El mismo gobierno que multa al ciudadano por estacionarse mal, no puede controlar a sus choferes uniformados que conducen como si fueran demonios dueños del asfalto y de la impunidad. Euclides Alejandro, alcalde de doble nombre y nulo liderazgo, sigue demostrando lo frívolo que es dirigir un municipio, posar para fotos y repetir frases huecas en el micrófono*

 

*Gobernar es asumir responsabilidad, y en Cárdenas nadie la asume. La anciana muerta no será la última si se mantiene esta cultura de desidia y soberbia. El colmo: Tránsito Municipal atropellando a quien debía proteger. Esa escena resume el estado moral del ayuntamiento. No se trata sólo de un accidente; es un síntoma. Es el reflejo de un gobierno que perdió el control, que confunde autoridad con abuso, que predica orden mientras reparte anarquía*

 

*Y mientras el cuerpo yacía bajo la camioneta, al igual que con don Sebastián Castillo Gómez el 26 de septiembre: la autoridad guardaba silencio. Al final el comunicado oficial, ninguna disculpa, ninguna autocrítica. Porque en Cárdenas, poco o nada importa el dolor del pueblo, menos interrumpe la agenda del poder. Una realidad pregona Euclides y otra vive. La muerte de esta mujer pesa bajo las llantas de la camioneta, sí. Pero también sobre las manos de quienes debieron prevenir y no lo hicieron*

 

*El alcalde puede seguir hablando del “desorden vial”, pero hoy, la única voz que se impone en Cárdenas es la de la injusticia… y esa, aunque quiera, no se apaga con un micrófono. El crimen no fue sólo del conductor. Fue del sistema que lo formó, lo cubrió y lo soltó al volante con un escudo en el pecho para salir a extorsionar. Fue del jefe que no supervisa, el alcalde que no exige cuentas, del aparato que repite cada día que todo va bien*

 

*Pero Cárdenas no olvida. Porque no es el primer atropello —ni literal ni simbólico— que sufre el pueblo. Las calles del municipio son testimonio del abandono, de la soberbia de quienes mandan y del silencio de quienes deberían responder. La justicia tiene oportunidad para no seguir siendo un chiste. De no esconder el expediente o manipular y culpar al destino. El video es claro, ahí no hubo accidente: hubo negligencia, hubo desdén, hubo sangre, aunque la detención del asesino, amaine el problema*

 

*Si el gobierno de Euclides Alejandro cree que este será “un caso más”, que observe bien la imagen: una mujer de la tercera edad sin vida, una camioneta oficial, un pueblo gritando justicia. Eso, señor alcalde, es anarquía y verdadero “desorden vial”: el que nace cuando los que deben cuidar se convierten en verdugos, el pueblo de la tercera edad pone los muertos*

 

*Imagine la desesperación del alcalde: ¡Dos muertos en 15 días, dos ancianos! Los muertos se vuelven la única forma de que el pueblo sea escuchado. Tragedia que lo obligó a enviar condolencias. Tragedias que ya enluta dos hogares: Sebastián y doña Eduarda y etiqueta a Cárdenas como un gobierno deshumanizado, exhibe a un Euclides y sus condolencias fuera de forma, en el clásico: “después del niño ahogado…”*

 

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*SEPTIMO SELLO*

*Doña Eduarda Montoya murió allí mismo, debajo de las llantas del poder mal ejercido. Los paramédicos llegaron, sí, pero sólo para confirmar lo que todos sabían: “la mataste animal”, le gritaron a Zacarías “N” mientras huía. Las condolencias del alcalde no borran la realidad: en Cárdenas, la incompetencia mata. Euclides habló de “acciones de Tránsito Municipal”, y las hay: una de ellas fue arrebatarle la vida a una ciudadana indefensa de 65 años ¿Quién supervisa a los que dicen supervisar mientras extorsionan?*

 

*Qué análisis tan crudo y al mismo tiempo tan necesario. No se pueden blanquear y menos soslayar las tragedias de don Sebastián Castillo y doña Eduarda Montoya cuando detrás de ellas hay un historial de prepotencia. En Cárdenas, estas muertes muchas veces no son “accidentes”, son la consecuencia de una impunidad que se normalizó. Y lo peor es que el poder local tiende a envolver todo en un manto de condolencias públicas, pero sin asumir un cambio real*

 

*SEPTIMA TROMPETA*

*¿Quién pone límites al despotismo vial de los agentes que manejan como si la calle fuera un campo de tiro y la sociedad sus conejos? La denuncia social es que en Cárdenas no hay autoridad, hay soberbia uniformada. Los funcionarios viven en un espejo roto donde se ven como héroes, cuando en realidad son verdugos de su propio pueblo. El discurso, soñar sentarse en el lugar de Pepín y el auto elogio del “orden vial” se volvió epitafio antes de cumplir 24 horas*

 

*Una observación final —“el tiempo lo dirá”— es casi un epitafio político. Si el alcalde aprende algo de este episodio, será un milagro administrativo. Pero si vuelve a su rutina de indiferencia y privilegios, entonces esa condolencia será puro teatro. La tragedia desnuda más que la culpa: muestra qué tan podrido o rescatable está el corazón de quien gobierna*

 

*SEPTIMA COPA*

*El presidente municipal debería dejar de hablar de orden y empezar a responder por el desorden que lleva su nombre. Porque lo ocurrido no fue un accidente: fue una sentencia firmada por la negligencia, el cinismo y la falta de control, continuidad del deshumanizado crimen por negligencia cometido en contra de don Sebastián Castillo*

 

*En menos de 15 días: una mujer de la tercera edad murió. Un hogar se apagó ante la impunidad continuada y la administración de Euclides Alejandro quedó otra vez exhibida en lo que mejor sabe hacer: convertir cada promesa en tragedia. La sociedad de Cárdenas merece saber porque para la negligencia en atención al accidente de su empleado Sebastián Castillo ni siquiera condolencias hubo ¿Ya indemnizó a su familia ante el accidente de trabajo? Es pregunta*

Alfredo A. Calderón


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