El desmarque de May
Por: Kristian Antonio Cerino
El primer discurso de Javier May Rodríguez, como gobernador, fue un mensaje sensato y a la vez contundente, que -incluso- establece una diferencia entre un gobierno que inicia, el suyo, y el de los anteriores.
Si dejamos al margen la salutación dirigida a los representantes de López Obrador y Sheinbaum Pardo, a mandatarios, a empresarios, y a la clase política, resulta importante subrayar aquel párrafo introductorio, en voz de May, escuchado en el Congreso de Tabasco en el marco del bullicio y júbilo no solo por las palabras sino por el momento histórico:
“No solo iniciaremos un nuevo gobierno; comenzaremos un verdadero cambio de régimen político en el Estado”.
Esta primera sentencia del discurso, pregonado el lunes 30 de septiembre, se prolongó hasta el día siguiente en que May escribió en sus redes sociales: “Hoy iniciamos una nueva etapa. No es solo un relevo de gobierno, es un verdadero cambio de régimen”.
Cuando el gobernador ha dicho lo anterior, como primer discurso oficial, ya ha saludado a Enrique Priego Oropeza, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia y ex gobernador tabasqueño; a Carlos Manuel Merino Campos, gobernador interino saliente; y a Adán Augusto López Hernández, ex mandatario y hoy Senador de la República.
Por ello, cobra sentido lo que May dice después de la amplia salutación, porque en la medida que sigue leyendo el discurso sube el tono, no en la intensidad de su voz, sí en el sentido de cada una de las palabras, donde -además- describe la crónica del movimiento democrático a través de la figura de AMLO y de la importancia de cuidar su legado.
Y agrega: “Por eso nadie, absolutamente nadie, puede poner un interés particular por encima del interés público”. Mientras continuaba la lectura recordé aquellas palabras clave de May en campaña: “que nunca más nos sintamos excluidos” y “que no regrese el abandono a los pueblos”. Ambas categorías, “exclusión” y “abandono”, siempre llevaron un destinatario: gobernantes vigentes y pasados. En este caso, aunque May no citó sus nombres, hace referencia a los últimos seis años (o más) de gobierno estatal y cuyos personajes estuvieron frente a él en esta toma de protesta. De cara, May les dijo que es prioritario “mandar obedeciendo”, sin “dejar a nadie atrás ni afuera”. Está demás decir que en este gobierno que concluyó, el pueblo quedó “atrás” y “afuera”.
Si bien no se dejó de percibir un clima de cordialidad en torno a la sesión solemne por la toma de protesta de May como gobernador, la lectura entre líneas sí es una amplia crítica a la exclusión y abandono en el sexenio concluido y liderado por la dupla López-Merino:
Entre otros aspectos, May afirmó que el “mal uso de los recursos públicos, la corrupción, el influyentismo, y otras malas prácticas de quienes han traicionado la confianza de la gente, han propiciado los graves problemas económicos, sociales y de inseguridad que tenemos”; y justo antes de enumerar las iniciativas (que los delegados sean electos por el pueblo, que habrá revocación de mandato y una reestructuración administrativa de gobierno; que impulsará la austeridad y que habrá reducción de salarios), sentenció:
“Nosotros vamos a demostrar que hay otro camino: el de la honestidad y la fraternidad”, dos cosas que escasearon en el gobierno estatal que se nos fue. Y afortunadamente.
Dicho esto, May salió del Congreso y ofreció un segundo discurso a los tabasqueños reunidos en Plaza de Armas. Así comenzó la era de Javier May Rodríguez. Hay expectativas y se espera que a la vuelta de un año ya se perciba el cambio, pero antes debe resarcirse el gran rezago.