El agua escasea, pero se desperdicia
La disposición de agua potable para todo México se reduce y será lo normal en los próximos años. Entre sequía persistente, desperdicio grave, agotamiento de los acuíferos por explotación desmedida y por tala irracional de bosques, el líquido vital se enrarece.
En 2022 solo el 17% de los hogares del país pudo contar con un servicio eficiente, suficiente y permanente. El resto enfrentó distintos niveles de escasez, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública y la Secretaría de Salud.
Como parte de la iniquidad en el acceso de la población al recurso hídrico-, un 16% de viviendas no ha podido ser conectado a la red de suministro.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) registra 653 acuíferos, pero han sido sobreexplotados. Especialistas estiman que están contaminados el 70% de ríos, lagos y lagunas.
Lo cierto es que en algunas regiones del país llueve a raudales, sobre todo en temporada. El colmo es que existan muchos asentamientos humanos con carencia de este vital recurso. Lo que esto muestra es el desinterés histórico o incompetencia de las autoridades para aprovechar las precipitaciones pluviales frecuentes y a veces intensas.
No sobra recordar que los primeros pobladores de la hoy gran capital federal se establecieron sobre una región lacustre, como la encontraron los conquistadores españoles hace 500 años.
Muy lejos de aquellos días, hoy estamos ante un ecocidio multifactorial, que lamentablemente continúa imparable.
Todo lo cual se está reflejando en la reducción de precipitaciones pluviales y el achicamiento de los depósitos fluviales (arroyos y ríos, lagos y lagunas).
Una mirada fugaz a los datos revela falta de sensibilidad e insensatez de los usuarios domésticos e industriales; sobre todo, corrupción e incompetencia de autoridades. Hoy cada mexicano dispone de 3,200 metros cúbicos de agua potable para su consumo anual, pero en el año 1960 le correspondían diez mil m3.
En la capital federal se pierde el 40% de agua potable en fugas de la red urbana; el número aumento 71%, al pasar de 8,907 reportes en el año 2020 a 15 mil 239 en 2021.
A todo esto debe añadirse el alto desperdicio en los hogares por descuidos y malos hábitos.
También es creciente el robo en tomas clandestinas; las autoridades de CdMx detectaron 213 en 2022.
Especialistas de la ONU han advertido que México será uno de los 10 países con mayor escasez por rápida urbanización y cambio climático. Esto perjudicará a unos 75 millones de habitantes en los próximos años.
Desde un enfoque preventivo, no sobra insistir en un llamado a las autoridades a corregir la errática política que desde hace décadas ha prevalecido en el país en la administración del recurso hídrico, y parece no tener fin.
Es urgente que el gobierno ponga un alto a la desaparición de áreas verdes a manos de “desarrolladores” urbanos. Asimismo, las autoridades municipales, estatales y federales deben corregir su desinterés por aprovechar el agua de lluvia. No hay futuro, sin una cultura de aprecio y uso racional del vital líquido.