Desaparecidos


Semanas atrás lamenté las muertes de ambientalistas en México luego de mirar el documental El guardián de las monarcas (2024) y resumir los decesos más mediáticos de defensores del agua, bosques, montañas, tierras y faunas. Escribí, además, que los riesgos de ser ambientalista se equiparaban al ejercicio del periodismo. Sin embargo, olvidé decir que en el listado también deben estar aquellas personas dedicadas a la búsqueda de desaparecidos.
El 12 de marzo de 2025, llamó mi atención un artículo en El País firmado por Erika Rosete: “La muerte del buscador Magdaleno Pérez Santes en Veracruz: el delito de buscar a los hijos desaparecidos”.
En el primer párrafo se lee: “México acumula una cadena de tragedias que parece no tener fin. Este miércoles (del 12 de marzo), colectivos de familiares de desaparecidos en Veracruz han denunciado la muerte de Magdaleno Pérez Santes, el padre de Diana Paloma Pérez Vargas, una estudiante de bachillerato que desapareció en noviembre de 2019 cuando se dirigía a su escuela. Maleno, como sus familiares y amigos se refieren a él, fue detenido el lunes (10 de marzo) por policías municipales de Poza Rica, un municipio a unos 20 kilómetros de su hogar en Tres Cruces, en la vecina Papantla. De acuerdo con organizaciones civiles, a Magdaleno lo detuvieron en Poza Rica y lo golpearon brutalmente, para liberarlo unas horas después. Ya en su casa, este martes (11 de marzo), le dijo a su familia que se sentía mal y murió más tarde. Pérez Santes era integrante del colectivo de búsqueda María Herrera, el mismo al que pertenecía otro padre buscador, Héctor Aparicio, reportado como desaparecido el 26 de enero y del que aún no se sabe nada”.
Pero no es el único suceso. De entrada, recordemos el caso de Marisela Escobedo, madre buscadora de justicia ante la muerte de su hija Rubí y quien en su lucha también fue asesinada, como leímos en la prensa nacional y como vimos y escuchamos en el documental Las tres muertes de Marisela Escobedo (2020).
En este contexto, el portal de noticias chihuahuense Raíchali publicó el 7 de abril de 2025 un reporte sobre la actualidad de las madres y padres buscadores de hijos desaparecidos. De acuerdo con los reporteros Analy Nuño y Aranzazú Ayala, de 2010 a 2025, 27 personas habían sido asesinadas en México y otras tres estaban en calidad de desaparecidos.
En el prólogo de la nota se resume el panorama de aquellos dedicados a esta actividad social y peligrosa: “En medio de la terrible crisis de desaparición de personas que no cesa en México, las familias que buscan a sus seres queridos también se han vuelto objeto de amenazas y ataques, con al menos 27 asesinadas de 2010 a la fecha. Este es un memorial para recordarles a ellas, ellos, y su lucha”.
De manera puntual, en el blog de noticias del estado norteño, se hace un memorial de los buscadores que han partido, asesinados a sangre fría por grupos delictivos que se sienten amenazados por la labor que realizan: la de ejercer presión en calles, instituciones y medios de comunicación, en aras de hallar a sus hijos o familiares desaparecidos; la mayoría secuestrados y sepultados por criminales que han operado al amparo de autoridades, y cuya localización de cuerpos sigue siendo un enigma. Asimismo, en el informe de estos periodistas, se dedica un apartado a los buscadores de hijos desaparecidos en Guanajuato, casos recientes que datan de 2024, como los de Lorenza Cano Flores, Luz Alejandra Lara Cárdenas y Óscar Iván Jiménez Torres.
El listado de madres y padres desaparecidos es el siguiente y son de distintos estados del país, pero hay otros casos aún no contados:
Magdaleno Pérez Santes, Sofía Raygoza Ceballos, Noé Sandoval Adame, Angelita Almeraz León, Griselda Armas, Teresa Magueyal Ramírez, María del Carmen Vázquez Ramírez, Blanca Esmeralda Gallardo, Rosario Lilián Rodríguez Barrasa, Grisell Pérez Rivera, Brenda Jazmín Beltrán Jaime, Jorge Ulises Cardona Zavala, José Nicanor Araiza Dávila, Aranza Ramos, Francisco Javier Barajas, María del Rosario Zavala, Zenaida Pulido Lombera, José Iván Orozco Medina, Pablo Iván Miramontes, Miriam Rodríguez, José de Jesús Jiménez Gaona, Bernardo Carreto, Sandra Luz Hernández, Nepomuceno Moreno Núñez, Leopoldo Valenzuela Escobar y Marisela Escobedo.
Mención aparte el caso que consternó a la comunidad jalisciense: el de Teresa González Murillo, madre buscadora a la que le quitaron la vida con arma de fuego, y en donde la fiscalía estatal señaló otra la causa de su muerte. González Murillo pertenecía al colectivo Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco. Así como ella, los otros enlistados (padres y madres fallecidos) han perdido la vida por buscar a sus familiares desaparecidos y por hacerle frente a los intereses fácticos e institucionales que buscan frenar la búsqueda de seres humanos en cualquier zona donde hallen restos óseos, como sucedió en un rancho de Teuchitlán, Jalisco.
Mención aparte, igualmente, los asesinatos de María del Carmen Morales, madre activista para la búsqueda de personas desaparecidas, y de su hijo Jaime Daniel Ramírez Morales, tras un ataque en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, la semana pasada. Ambos habían participado en el descubrimiento del “campo de exterminio” del rancho de Teuchitlán a través de grupos de buscadores de desaparecidos.
Por esta razón, anotemos que a la par de sentir riesgos como ambientalista o periodista, también está el hecho de ser un buscador o buscadora de desaparecidos.