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Criminal tormenta de mentiras

Criminal tormenta de mentiras

Criminal tormenta de mentiras
Triques

Si tratara de reglamentarse el periodismo en México y se sancionara la mentira voluntaria y mal intencionada, los primeros en denunciar censura serían los mentirosos a sueldo. Pero cuando esa mentira implica un atentado contra la vida, aunque no se reglamente la falsedad debe ser castigada severamente.

Mentir en México es muy común. Los comunicadores responsables de reflejar la verdad, primero mintieron sobre los beneficios inexistentes delos gobiernos anteriores y ahora mienten por los daños inexistentes del actual gobierno. Están acostumbrados a vender su conciencia y prestigio al mejor postor sin importar las consecuencias. Insensibles al dolor humano lo único que les interesa es corar por dañar al gobierno y si esto implica afectar la salud o que alguien muera, no es trascendente en este juego desinformativo.

La impunidad por este delito acompaña la práctica del periodismo en México desde hace más de un siglo. Los medios se convirtieron en parásitos de los gobiernos que en lugar de destinar el dinero que se salvaba de su voraz corrupción, lo entregaban a los medios y sus incondicionales columnistas, reporteros, comentaristas.

Así los funcionarios públicos preferían que niños murieran de todas las enfermedades, incluyendo el cáncer, antes que disminuir el siempre creciente subsidio a los medios. Hablar de la corrupción en el periodismo era prácticamente un anatema en esa religión de complicidades donde el Dios era el Presidente. Todos los admiraban por méritos ficticios, envuelto en un haz de inmortalidad e impunidad, mientras sus aplaudidores de los medios trataban de hacer todavía más grande su figura mítica.

En ese panorama, los medios, en complicidad con una oposición política que tampoco medía consecuencias de su quehacer falso, surgen embestidas contra los mexicanos provenientes de estas dos instancias cuyos integrantes deberían estar en la cárcel por lo menos, que aprovechan las desgracias para intenta, infructuosamente, echar agua a su molina. Esta añeja complicidad entre la derecha y los medios advirtieron en la pandemia y en las consecuencias del huracán Otros, la menor manera de desgastar al gobierno con una serie de inventos que rebasaban las fantasías de la mente humana sana para convertirse en perversidades más lacerantes que el propio fenómeno natural.

La impunidad que implica noticias donde se desinhibía la ayuda de los mexicanos, se coartaba la solidaridad y se trataba de enfurecer a la población sigue vida; sin embargo, la indignación contra esos delincuentes crece pero siguen teniendo gente que les cree más por costumbre que por convicción mientras sus deudas con la verdad se acumulan cada minuto.

La versión de la agencia Latinus, sobre el decomiso de ayuda humanitaria por parte del Ejército, que encabeza Carlos Loret de Mola, inició una contagiosa pandemia de fake news que terminó pro contagiar a todos los improvisados comunicadores que consideran que la ingenuidad de la población prevalece en el país como en los tiempos en que ellos surgieron como difusores de mentiras.

Ya la fórmula estaba ensayada en tiempo de la pandemia donde aseguraban que no había capacidad en los hospitales y difundían imágenes de otros países donde los enfermos estaban en la banqueta de las calles y los muertos irados en los caminos. Ahí fue donde la población empezó a conocer su verdadero rostro.

De inmediato le siguieron reiteradas afirmaciones sobre esa mentira para tratar de convertirla en verdad Una periodista de Xalapa, conocida por enviarse a sí misma cartas de felicitación, que luego reproduce en su s columnas envió información por todos lados como si la vida le fuera en ello. Las redes se le hicieron pocas y los medios insuficientes para enviar fotos, mensajes, manipular la información, añadir cifras de muertos, etc.

El objetivo de estos y otros muchos informadores era desgastar al gobierno por la supuesta desaparición del Fonden, que nunca ha dejado de existir, lo que cambió fue su estructura porque de la manera original los recursos nunca llegaban a los damnificados sino a los funcionarios públicos y periodistas que estaban en la ruta de la ayuda. Esto es lo que les enferma y lo que extrañan.

Ante la imposibilidad de mostrar su avaricia y dar a conocer que el Fonden está vivo y con mayores recursos que antes, se volcaron a inundar los medios y las redes mintiendo impunemente, mientras los damnificados, que eran hombre, mujeres, niños y ancianos esperaban apoyos lo más rápido posible como pudo apreciarse.

Las autoridades se concentraron en la ayuda de los más vulnerables por eso descuidaron tiendas departamentales donde la clase media con automóviles de modelo reciente irrumpía en esos negocios para llevarse pantallas, video juegos, hasta juegos de salas. Esta vez la rapiña no la realizaron los pobres sino una clase menos necesitada y más voraz, como lo muestran los videos.

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Las clases vulnerables hubieran saqueado tiendas por comida, pero los negocios asaltados por las hordas, en su mayoría, no vendían productos de primera necesidad. Para que hubieran querido un televisor quienes no tienen luz, o un refrigerador o un aparato de videojuegos.

Sin embargo, lo más sonado en los medios convencionales no fue la necesidad urgente de ayuda sin el saqueo que según ellos era muestra de falta de seguridad de las autoridades.

Carlos Loreto de Mola y sus secuaces fueron desmentidos por la Cruz Roja, cuyos miembros también corrieron de los centros de acopio a Xóchitl Gálvez, quien quería protagonizar en Acapulco el esfuerzo de los voluntarios de la Benemérita, par a rescatar las simpatías perdidas que se reducen cada día.

La Cruz Roja pidió a la población hacer caso omiso a los medios y solo dejarse informar por sus propios canales. Esta vez al daño de los damnificados se sumó el cúmulo de mentiras que retrasaron, impidieron o desmotivaros su ayuda.

Jose Garcia
Jose Garcia


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