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Adiós, Ramón Bolívar

Adiós, Ramón Bolívar

Erwin Macario

La edad, la lejanía geográfica y tu parquedad en la plática—y quizá la política—, nos negó ser amigos, Ramón Bolívar. Sin embargo, en mis textos, y en mi libro Levantarse a Vivir, te mostré mi respeto, poeta.
Inteligencia artificial —recurro a ella pues ando fuera de Tabasco— me dice3: Erwin Macario ha escrito sobre Ramón Bolívar en relación con su libro “Nada es Tumulto. Cartas de Navegación desde las tierras bajas”. En su texto, Macario describe el poemario como un “mapa” y una “cartografía poética” que invita a navegar por las tierras bajas de Tabasco. También destaca la capacidad de Bolívar para evocar la cultura y la identidad tabasqueña a través de sus versos.

No sé si me leíste, pero en “Los pasos de Ramón Bolívar”, te dije, con Vicente Aleixandre: “Entonces tú, poeta, ya no eres tú.
Tú no eres nada. Es decir, lo eres todo.
Quizás tú ya no estás en ti, sino en los demás.
Espadas como labios.
Ramón Bolívar, desde su silenciosa sencillez, me obsequió ayer (181119) su reciente libro y me llevó al mundo aleixandrino. Y a su mundo de silencios y palabras. Tierra de caminante —y agua. Es tabasqueño—, autobiográfica. Su yo-poema. La desnudez de su alma: Yo soy
mis pasos.
En esos caminos literarios, líricos, lo entendemos y queremos más. Sabemos que heredó de su madre (católica profesante) la palabra y de su padre (garridista), el silencio:
“Papá era un hombre de campo que amaba las cosas de la tierra y, como todo ser que es así, pocas veces hablaba (…) Mamá por lo contrario, altruista siempre, además
de atender la casa, daba clase a los niños más pobres
que representaban la mayor parte de la comunidad”.
Hoy, como otros, desde el infinito, Ramón te siento amigo. Somos amigos por tus palabras. Y me duele que tus cenizas se queden en el exilio, allá en el mar que es tuyo como todos los mares del mundo. Quedaron tus cenizas en Suiza, pero estás con nosotros. Amigo Ramón.
Y te decimos que sí, que si eres poeta, tú “caminante descalzo desde este archipiélago de espejos”, como dices en una frase tomada de tu obra Nada es tumulto (2010).

Erwin Macario


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