El Retorno de los Brujos
POR: HOMERO T. CALDERÓN
DOBLEFILO SÁBADO
Cuando el Movimiento Estudiantil del 68 fue aplastado por el presidente más carroñero, como fue Gustavo Díaz Ordaz, los entonces veinteañeros (La Generación de 1950), empezamos a buscar un líder. Surgió de repente Carlos A. Madrazo quien luego de ser acusado de ser enemigo de la patria, fue bárbaramente muerto en un paraje de Nuevo León.
El poder carroñero no se andaba con mamadas. Te desaparecía y ya. Aplastados y aplacados, nos refugiamos en las librerías y bibliotecas. Empezamos a leer. Es así como los preparatorianos de entonces conocimos a Jacques Bergierey Louis Pauwels con su pequeño ensayo “El Retorno de los Brujos”. ¡Que librazo!….
Tales ilusionistas del poder nos convirtieron en los “nuevos revolucionarios de la cultura”. Cuando te preguntaba alguien “qué estabas leyendo”, respondías como si fueras muy chingón, “estoy estudiando “ocultismo”. No sabías ni que madres significaba eso, pero tú te sentías “intelectual” de primer nivel. Sin embargo, tal tema me remite primero, a Andrés Manuel López Obrador y después a Javier May Rodríguez.
Que López Obrador haya salido de un pueblito humilde como Tepetitán, no se lo perdona la CLASE POLÍTICA de todo el país. Quieren decirle abiertamente “indio pata rajada”, pero AMLO es descendiente de español. Y lo mismo pasa con Javier May Rodríguez, nacido en Comalcalco. Nadie de los políticos de Villahermosa le perdonan su triste origen de pueblerino.
Como nadie puede decirle “indio” porque no lo es, le achacan como defecto principal que apenas llegó a la educación preparatoria.
AMLO y Javier May Rodríguez son esos “brujos” que anduvieron recorriendo la terracería durante muchísimos años. Hoy, como los “BRUJOS” de Jacques Bergiere y Louis Pauwels, están retornando a su verdadero origen: el poder que te otorgan los más pobres y que son los que te pusieron hasta arriba de los demás políticos nacidos en Villahermosa.
¡Vaya!, fueron escogidos por el pueblo… ¿Y cómo se siente uno como parte de esa fuerza? Te sientes a todísima madre. Faltaba más