Abuso y atontamiento en el Hospital del Niño*
“Mas tus ojos y tu corazón sólo están para tu propia ganancia, para derramar sangre inocente, y para practicar la opresión y la violencia” “Jeremías 22:17”*
*El Hospital del Niño no está fallando por falta de discursos, ni de comunicados, ni de logos nuevos. Falla porque nadie ha metido orden. Porque la autoridad se diluyó entre escritorios, porque la empatía se extravió en el aire acondicionado, porque el poder se volvió costumbre y no responsabilidad. La fila de la agenda para sacar citas para las especialidades bajo el sol no es logística. Es política pública fallida. Es desprecio institucionalizado. Es el retrato de una administración que llega tarde, mal y con excusas*
*En el tema de hoy no se está ante un problema administrativo menor ni ante una simple “falla de logística”. Lo que ocurre cada año en el Hospital del Niño es la fotografía cruda de un modelo de gestión deshumanizado, rutinario y peligrosamente acostumbrado a la miseria ajena. La apertura de agendas para especialidades se convierte, sistemáticamente, en un viacrucis infernal, el desprecio institucionalizado a la calidez*
*Filas interminables de madres, padres y abuelos que llegan de madrugada, cargando niños enfermos, con la esperanza colgada de un número y un sello. No llegan por gusto. Llegan por necesidad y porque no tienen otra opción. La fila, como si fuera una procesión del abandono, se extiende hasta el Hospital de la Mujer. Bajo el sol inclemente de la mañana, sin sombra, sin agua, sin una mínima consideración institucional*
*Y lo más indignante es que alternativas existen. No estamos hablando de construir un hospital nuevo ni de inversiones millonarias. Bastaría con un poco de sentido común y algo que parece escaso en ciertos cargos públicos: humanidad. El tapanco azul, la explanada interna, la sombra generosa de la ceiba que ahí mismo observa en silencio el desfile del sufrimiento humano. Lo más triste y patético: espacios hay. Voluntad, no*
*La razón es brutalmente simple: no les importa. La toma de decisiones está secuestrada por una mentalidad rígida, burocrática, incapaz de ver personas donde sólo ven expedientes. Una lógica cuadrada, pétrea, con la sensibilidad de una cabeza olmeca mal entendida: grande, dura y muda. En ese contexto, la figura de la directora Silvia Gutiérrez Lucatero queda inevitablemente bajo el reflector. No por presencia, sino por ausencia*
*Ausencia de empatía, de supervisión real, de contacto con la gente que dice servir. Desde la comodidad del aire acondicionado y las oficinas elegantes, el drama cotidiano no existe. No quema, no duele, no incomoda. Sería injusto, sin embargo, no señalar los contrastes internos. El Dr. Manuel Pérez Lanz dio una instrucción clara y directa: abrir más ventanillas en el archivo clínico para despresurizar la atención*
*El gesto es correcto, pero insuficiente frente a una demanda brutal que ha sido ignorada durante años. Porque abrir ventanillas sin fortalecer personal, sin reorganizar procesos, sin respeto al capital humano médico, es como poner curitas a una hemorragia. Y aquí aparece otro problema estructural que pocos quieren decir en voz alta: el trato indigno y abusivo hacia los especialistas*
*Médicos altamente especializados, formados durante años, que renuncian no por falta de vocación, sino por hartazgo. Nadie que se respete acepta ser tratado como servidumbre, como “wilas” administrativas, sin voz ni dignidad. El resultado es devastador: se pierden especialistas, se saturan agendas, se alargan esperas, y quienes pagan el precio son los niños. En su propia tierra, los especialistas tabasqueños son tratados con desprecio, como si hubiera resentimientos no resueltos operando desde los escritorios*
*Pero el deterioro institucional no termina ahí. Hay hechos que rayan en lo escandaloso y que, de confirmarse plenamente, deberían encender todas las alarmas. El abuso de confianza al usar una camioneta oficial de IMSS Bienestar, asignada al Hospital del Niño, usada por el administrador, César Octavio Solís Zurita como si fuera su vehículo particular, no es una anécdota menor ni un chisme de pasillo. Es un símbolo del abuso de confianza y del desorden*
*Según lo documentado, el administrador la trae decomisada para su uso personal: fines de semana, traslados privados, carga de objetos domésticos como la lavadora que aparece en la fotografía. Mientras tanto, su vehículo particular descansa cómodamente dentro del hospital, ahorrándole gasolina y desgaste. El patrimonio público convertido en comodín privado. Este tipo de conductas, más allá de lo administrativo, hablan de una cultura de impunidad cotidiana. “Si nadie me dice nada, entonces puedo hacerlo”*
*Así se va descomponiendo una institución. Hoy es una camioneta, mañana es el archivo, pasado mañana son los medicamentos, luego las plazas, después las decisiones clínicas. Cuando todos mandan y nadie obedece, cuando todos usan y nadie rinde cuentas, el hospital deja de ser hospital y se convierte en tierra de nadie. Lo más grave es el mensaje político que se envía*
*En el hospital infantil Rodolfo Nieto Padrón no se respetan las instrucciones de austeridad ni la palabra del Gobernador Javier May ni las ilustraciones del titular de IMSS Bienestar, Dr. Pérez Lanz, entonces el problema no es solo operativo, es de autoridad. O las órdenes no bajan, o se desobedecen deliberadamente, o nadie tiene miedo a las consecuencias. En cualquiera de los tres escenarios, el resultado es el mismo: desgobierno*
*La pregunta ya no es qué está pasando. Eso está a la vista de todos, bajo el sol, en las filas interminables. La pregunta es qué están esperando para meter orden ¿Una tragedia mayor? ¿Un escándalo nacional? ¿Una muerte evitable que obligue a fingir sorpresa? ¿Seguirá el desorden en el 2026? Gobernar también es anticiparse, corregir, sancionar*
*Cada día que pasa sin decisiones firmes, el Hospital del Niño, Rodolfo Nieto Padrón se aleja de su razón de ser y se acerca peligrosamente a convertirse en el espejo más cruel de un sistema que olvidó para qué existe y la pésima atención que prestan pega de manera directa en la imagen de gobierno, la definición es clara: abuso y atontamiento en el Hospital del Niño*
*SEPTIMO SELLO*
*De la revisión de odontopediatría la respuesta fue escandalosa, se tiraron culpas unos a otros, acusando y difamando a personas ajenas sin saber en realidad quienes fueron los que ante una mesa de café, dieron fe, documentos y fotografías del sustento ahí descrito. Hay elementos para una segunda parte, aunque ahora la tregua navideña lo impide*
*SEPTIMA TROMPETA*
*Espero que está sea la última columna a redactar en este muy apreciable 2025, la pausa navideña abre espacios familiares que esperamos sean armoniosos, este 2025 a pesar de todas las cosas que pasaron no debemos quejarnos; como dijera el sufriente Job en su dolorosa reflexión: ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? A favor de este año obra el hecho que seguimos vivos*
*Dolorosamente muchos amigos y familiares no llegaron hasta este día, otros están a punto de regresar a la casa del Padre u otros a condenación perpetua, suena duro, pero así lo dice la Palabra. 2025 ha sido un año de esfuerzos continuos, caídas y levantadas; de errores y aciertos del gobierno en turno, de reconocimientos y cuestionamientos sobre el ejercicio político del bestiario de la clase política*
*SEPTIMA COPA*
*Este escribiente espera que este fin de año sea de paz, serenidad, estabilidad y armonía para amigos y no amigos. Que este compás de espera sirva para la reflexión y los ajustes naturales de cada quién y que este 2026 todos entren con renovados bríos. Armagedón es un espacio crítico sin duda, pero es necesario. No se puede callar y menos aplaudir la corrupción, la negligencia o el abuso del poder*
*Debido a la temporada decembrina, nos tomaremos unos días de vacaciones, quizás no merecidas, pero si necesarias. Esperemos que cada uno de nuestros lectores tenga una feliz Navidad y un prospero año 2026. Nos leemos -si Dios así lo permite- en los primeros días de enero*
