Impulso a la Cultura
			La tradición mexicana de celebrar la muerte, que el gran Pellicer nos define “”El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:/ el gusto por la muerte y el amor a las flores”, nos lleva año con año al recuerdo-homenaje a nuestros muertos.
Colocamos altares en nuestras casas, escuelas, centros de trabajos… y los espacios para la cultura tienen el tema de la muerte, de los muertos.
En ese celebrar lo mortal de la humanidad, que es la transición a la eternidad, algunos nos burlamos, con las calaveritas en versos, de los vivos que esperan, a veces sin saberlo, esa cita que les quitará el poder material: resaltar sus errores, vicios, delitos impunes… se puede sin censura estos días. Zaherirlos, burlarse de esos “vivos”.
Mas hoy es de eventos de cultura el tema. En el Colectivo Tres Soles se rindió homenaje a poetas, escritores, novelistas, promotores de cultura fallecidos. Ustedes pónganle la “a” de género que nada cambia.
Yo dije unas palabras en honor de Teodosio García Ruiz y con ello cité a Bertha Ferrer, Fernando Nieto Cadena, Isidoro Pedrero Totosaus, Rodolfo González Maza, Mario de Lille, Salvador Córdova León.
Aproveché, ahí en el Café Parissi, para pedir homenajes —no sólo en mes de muertos— a gente de la cultura, escritor y promotor como Marco Antonio Acosta. E insistí en que debía hacerse un taller para literatura jocoseria, para calaveras.
Otros dos espacios particulares que promueven la cultura visité. En el Teatro Clandestino de Pixelia (Paseo de la Sierra 810) el reencuentro con Edgar Allan Poe a través de tres de sus obras en la voz y actuación de Dalia Velázquez: El Gato Negro,
Leonora y El Cuervo.
Este último me hizo recordar a Julio Cortázar, en su exitosa fase de traductor internacional:
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
Estos días se homenajea a nuestros muertos y se recuerda, con Pellicer: Antes de que nosotros “habláramos castilla”
hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida
y en sangre los altares chorreaban buena suerte.
