Las lealtades de Adán
A fines de octubre de 2022 publiqué como epígrafe en mi columna TP: “… y en el camino hacia la cima no hay amigos, ni antiguas lealtades… Roberto Saviano/ La banda de los niños”.
Ilustraba —con precisión quirúrgica, diría ahora la panegirista que noveliza el trabajo de Omar García Harfuch—, la soberbia altanera de Adán Augusto López Hernández, a la sazón candidato presidencial que AMLO creó para levantarle la mano a Claudia Sheinbaum, lo que no entendió el hijo de Payambé.
“Como el niño que cuenta con la defensa del hermano mayor, se ve al secretario de Gobernación buscando camorra”, dije esa vez en mi texto, que prueba que en Tabasco conocemos la flaqueza política y la infamia del ahora agónico líder de la 4T en la Cámara de Senadores.
Nada más que, en su desquiciamiento, arremetió contra el ex presidente Felipe Calderón —el diablo de las alucinaciones cuatroteras—, asegurando que en su contra había investigaciones internacionales por tráfico de armas.
Como sucede ahora, que el tabasqueño está en su declive, rumbo a la sima, no sobró la respuesta a su prepotencia y mentira. Felipe Calderón denunció que Adán Augusto sí es sospechoso de provocar la violencia criminal en Tabasco.
Así tuiteó: @FelipeCalderon 2) las filtraciones de #GuacamayaLeaks, muestran que como gobernador dejó en manos de presuntos criminales la seguridad de los tabasqueños. Es una «fuga hacia adelante» para distraer la atención. Quienes deben estar preocupados por investigaciones internacionales son ellos”.
Escribí: AALH ha acusado a gobernadores de oposición de Morena, de tener estados con alta incidencia criminal. “Se ha avanzado muchísimo, la incidencia delictiva viene a la baja” dijo en Puebla. Aunque ha insistido que cuando piensa en baños de sangre piensa en Guanajuato y Michoacán.
Expliqué: “Político apocado, de pocas palabras al inicio de su carrera y también poca acción —no aceptó la gubernatura que el PRD y el PRI le ofrecieron en el conflicto de 2000 en Tabasco—, Adán Augusto actúa diferente ya con poder”.
En estos días, en la picota, en la vergüenza social, Adán Augusto López tiene que entender que rumbo a la sima tampoco hay amigos, ni antiguas lealtades.
De la cima de la soberbia a la sima final.
