Si May perdona; ¿lo perdonarán a él?
Por: Mario Gómez y González
Se le denomina “perdón político”, a aquellas acciones de gracia del gobernante entrante hacia el ex mandatario saliente y sus funcionarios, que tuvieron que ver con el uso indebido de los dineros, programas, acciones, patrimonio, recursos materiales, omisiones, opacidades, desvíos, mentiras, engaños, represión, burlas, valemadrismo, acciones de dolo y mala fe en detrimento del desarrollo del estado (Tabasco) y del bienestar de los ciudadanos (los tabasqueños).
Aunque el perdón y la reconciliación política son dos acciones restaurativas, las dos medidas deben ser claramente diferenciadas; el perdón es una acción moral restaurativa que se da entre el ofensor y el ofendido, y que ocurre en la esfera privada; mientras que la reconciliación política es una medida pública para enfrentar un pasado opresivo e injusto, y que incluye a toda la comunidad política.
La distinción es fundamental para evitar, entre otras cosas, que en los procesos de reconciliación política el gobierno entrante “presione” a los ciudadanos a conceder el perdón a sus perpetradores, como condición del proceso reconciliatorio de la sociedad.
Este perdón- se aclara-, es un poder moral que pertenece únicamente a la ciudadanía y, por lo tanto, ningún gobierno o gobernante mismo, tiene el poder de forzar a los ofendidos a perdonar a sus ofensores; todo ello en el escenario de una democracia inclusiva e igualitaria, que garanticen condiciones de igualdad moral de las partes involucradas.
Importante dejar en claro que, la declaración de perdón no cancela la acción de la justicia, sino que la hace necesaria; justicia tanto retributiva como compensatoria; la primera es sancionar a los culpables directos e intelectuales, por las irregularidades cometidas, lo que corresponde a las instancias respectivas del Estado; la segunda es compensar a la sociedad afectada y agraviada.
Si el perdón no termina con la justicia, entonces habrá sido mero acto declarativo o un instrumento político para calmar los ánimos de la ciudadanía; sin embargo, dependerá de los propios ciudadanos valorar la sinceridad de una declaración o acción política de perdón, pues sin su confianza el gobierno y la gobernabilidad seguirán siendo frágiles.
Pues bien, Javier May Rodríguez, no quiere distraerse, ni perder tiempo para iniciar a tambor batiente su periodo de gobierno; esto es, ubicarse y centrarse en el trabajo para comenzar a imprimirle su propia huella a las diferentes tareas de la administración pública estatal y marcar diferencia institucional y personal, entre el periodo anterior y el de él.
En otras palabras, el oriundo de Comalcalco, ha expresado que no gobernará con rencores, revanchismos o mirando al pasado so pretexto de un nuevo catálogo de excusas para la inamovilidad, lentitud y parálisis gubernamental.
Vaya, May Rodríguez, no quiere distraerse o perder el tiempo en ajustarle las cuentas a sus antecesores-AALH y CMMC- y al gobierno que encabezaron; sin embargo, para nadie es un secreto que el estado como recibirá al “Estado”, le pueden hacer imperativo, invocar a la acción de la justicia para fincar responsabilidades administrativas.
En el ambiente político gubernamental hay una máxima que-poco más o menos- dice que el funcionario saliente debe prepararse como si le fuera entregar la institución que estuvo a su cargo a su peor enemigo, porque en las revisiones, vaya que pudiera saltarle la liebre.
Pocos meses antes, el gobernador interino Carlos Manuel Merino Campos, en una reunión privada realizada en la Quinta Grijalva, les dijo a los funcionarios que “limpiaran todo”, a fin de que el proceso de entrega-recepción no provocara “turbulencias”; en otras palabras, “el capi”, les repitió la frase genial de un ex mandatario (Manuel Andrade Díaz), cuando les dijo a sus colaboradores, que cada quien, cuidara su culito.
Adán Augusto, en efecto, si quería aplicarle la ley a su antecesor Arturo Núñez Jiménez; sin embargo, la exoneración pública de Andrés Manuel López Obrador, se lo impidió.
Ha trascendido, que, eso mismo puede haberle ya sucedido a Javier May; que AMLO o la misma Claudia Sheimbaum, le “recomendaran”, no tocar, ni con el pétalo de una rosa a Adán, a Merino y a sus funcionarios (varios de ellos y ellas, abandonaron el barco desde antes), pero eso no los libra-ni las libra- del largo brazo de la ley.
Javier May, puede perdonar todo; pero lo que, no es seguro, es que a él lo vayan a perdonar, cuando le toque partir.
May, no debe ser cómplice de la impunidad; dicho en términos católicos; no puede pecar, “de pensamiento, palabra, obra u omisión”.
No es seguro que se repita, aquella expresión de Juan Carlos Castillejos, cuando recién nombrado titular de Comunicación Social y Relaciones Públicas (DGCSyRP) del gobierno de Manuel Andrade Díaz, los reporteros lo cuestionaron en el sentido de si revisaría las cuentas de su antecesor, a lo que el buen “Casti”, respondió; “yo no reviso, para que a mí no me revisen”. ¿Te acuerdas amigo?
Jaque Mate** “Acabó la Pesadilla”, titular de periódicos y Redes Sociales el próximo 30 de septiembre** disfrute usted este “mega puente” * hasta la semana entrante Dios mediante, o antes, si la ocasión lo hace imperativo* ¡Bendiciones!